Entre sanciones financieras por su inclusión en la Lista Clinton, una indagación de la Fiscalía General de la Nación colombiana por lavado de activos y su presencia en círculos de lujo en Suecia, la primera dama enfrenta la mayor presión pública de su vida, a pesar de no ser prófuga de la Justicia.
Tras las últimas semanas de polémicas que ha habido alrededor de Verónica Alcocer y las preguntas sobre cómo mantiene su vida de lujo en Estocolmo, el diario sueco Expressen se acercó a la primera dama mientras ella caminaba por el centro de la ciudad para realizarle preguntas sobre su vida allí.
Sin embargo, la primera dama colombiana rechazó la entrevista, asegurando que no habla inglés. A su lado iba Manuel Grau Pujadas, empresario colombo-catalán que ha sido señalado de ser muy cercano a la familia Petro. Él intentó evitar que le tomaran fotos a Alcocer en medio de la intervención del diario sueco.
La presencia prolongada de Verónica Alcocer en Estocolmo volvió a encender el debate en Colombia sobre su estilo de vida en Europa, los círculos sociales que frecuenta y, sobre todo, la procedencia de los recursos que le permiten mantenerse en uno de los destinos más costosos del continente.
Su paso por la capital sueca coincide con un momento político especialmente delicado: tanto ella como su esposo (o exesposo, según versiones del presidente, aunque no están separados legalmente), el presidente Gustavo Petro, fueron incluidos el 24 de octubre en la Lista Clinton del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, tras un choque diplomático con el gobierno de Donald Trump.
Desde entonces, cualquier persona o empresa vinculada con la pareja presidencial enfrenta restricciones financieras y riesgo de sanciones.
En ese contexto, las apariciones de Alcocer en hoteles, clubes privados y eventos exclusivos han generado un escrutinio adicional. La discusión creció aún más cuando la Fiscalía colombiana abrió una investigación preliminar por presunto lavado de activos y fraude en su contra.
El diario sueco Expressen localizó recientemente a Alcocer en el casco antiguo de Estocolmo, paseando junto al empresario colombo-catalán Manuel Grau Pujadas.
A la solicitud de entrevista del medio, la primera dama respondió que “no habla inglés”, mientras Grau intervino para impedir fotografías.
El episodio alimentó aún más el interés mediático: según el mismo periódico, Alcocer lleva semanas moviéndose entre restaurantes de Stureplan, el club privado Noppes y espacios asociados a la élite económica sueca.
Su círculo en Estocolmo incluye a empresarios como Kristofer Ruscon, fundador de la marca de champán Hatt et Söner; Sofia Strand, creadora de Pixi; y Olof Larsson, dueño de la relojería de lujo Nymans Ur.
Fotografías divulgadas por prensa europea y en redes la han mostrado interactuando con personalidades suecas como Lee Lewenhaupt, Kishti Tomita y Alexandra Pascalidou, quien relató su sorpresa al encontrarla en una fiesta veraniega.
El diario también señala que la DJ Gunn Lundemo habría sido clave para su introducción en estos círculos, ayudándole a conseguir alojamiento y contactos locales.
Otra figura recurrente en su estadía es Jonathan Rex, presidente de Hatt et Söner, con quien aparece en imágenes de viajes previos a Francia.
La presencia de Grau Pujadas junto a la primera dama es uno de los puntos más sensibles del escándalo. La Silla Vacía ha documentado su cercanía con la familia presidencial, su participación en negocios inmobiliarios y turísticos, y su presencia en diversas delegaciones oficiales de Alcocer, incluida la audiencia privada con el Papa Francisco.
El empresario obtuvo la nacionalidad colombiana en 2022 por orden presidencial, sin cumplir los requisitos usuales.
Expressen reportó además que Grau llegó a Estocolmo hace pocos días cargando varias maletas que, según fuentes del medio, contenían ropa de la primera dama. Su nombre aparece también vinculado a intentos de gestionar proyectos con entidades públicas colombianas aprovechando, presuntamente, su relación con la familia Petro.
El itinerario europeo de Alcocer no empezó este otoño. Regresó a Colombia en agosto después de pasar un año y medio entre Suecia, Francia y España, periodo durante el cual tomó clases de inglés —aunque le dijo a Expressen que no habla el idioma—, acompañó a su hija en París, viajó con Grau y asistió a eventos diplomáticos representando a Colombia.
Fuentes de la Casa de Nariño le confirmaron a EL COLOMBIANO que, cada vez que regresa al país, se le asigna un esquema de protección extraordinario a cargo del Dapre.
Mientras tanto, sus hábitos de consumo y su presencia en espacios reservados —marcas de lujo, asesores de imagen con salarios altos, estilistas personales— han sido ampliamente cuestionada: ¿de dónde salen los recursos si está en la Lista Clinton?
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