Creer en lo que no debía, es decir, hacerles caso a las personas que andan por ahí repitiendo que el coronavirus no existe, que es un invento de ciertos poderosos para mantener a la gente dominada y sometida o en el mejor de los casos pensar que ella no se iba a contagiar por ser tan joven, le costó a Eleonora Lenis* ser en la actualidad una paciente activa de la enfermedad.
Con veintiún años y residente en un municipio antioqueño prefiere no decir su nombre real ni ser identificada, pues teme ser señalada o que la gente le coja miedo o la esquive cuando logre superar la enfermedad y de nuevo tenga que enfrentar las calles. Fue en estas precisamente donde cree que se contagió.
“Me tocaba salir mucho a reclamar medicamentos o a entregar pedidos (es vendedora por catálogo) y muchas veces también salí sin necesidad, por irresponsabilidad, porque no sabía la magnitud de este virus y pensaba que era mentiras”, cuenta en mensajes de texto por WhatsApp.
Eligió esta forma de narrar su historia porque no es capaz de sostener un diálogo largo, ya que hablar la cansa mucho, pues su respiración es deficiente desde que está contagiada. Cuando le informaron que era portadora del virus fue una noticia que le estremeció el corazón, pues también es madre de una bebé por la que le toca luchar prácticamente sola ya que sus padres, por la pobreza, es muy poco lo que la apoyan y el padre no responde por la niña.
Ser joven no eximió a Elenora de los síntomas. “Tengo demasiado escalofrío, dolor en el pecho y mucho desaliento”, contó tres días después de haber dado positiva.
Para su alivio, ni su madre ni su hija resultaron afectadas. Pero tenerse que separar de la bebé mientras padece el encierro en casa ha sido su mayor tortura, casi peor, dice, que la misma enfermedad.
“Me hace falta y sé que pasa necesidades. Esto me dio porque la verdad no nos alimentamos bien, eso me dijo el médico”, afirma Eleonora cuando aún le faltan pocos días para ser dada de alta. Dice que algunos síntomas han bajado, pero “el dolor de cabeza no se me quita y también se me va el aire muchas veces”.
Dice que todo empezó como una gripa normal y hasta tomó pastillas autorrecetadas, “limonada y cosas caseras, pero después los síntomas avanzaban cada vez más, me empezó un dolor de cabeza, desaliento, todo cada vez más fuerte, con tos y una fiebre que no se controlaban; empecé a sentir presiones en el pecho, era muy horrible y me desesperé mucho”. Al preguntarle qué siente ahora, ocho días después, responde mucho miedo.
“Cuando me hicieron el examen me entregué a Dios para que no fuera positivo, pero lastimosamente sí lo fue. Cuando me dijeron que me tenía que aislar, lloré mucho, porque no sabía si mi mamá o mi hija tenían esto y sabía que no iba a poder verlas por muchos días”.
Eleonora expresa que lo más duro para ella es estar encerrada, “a la intemperie (sic) de lo que los médicos hagan por uno, estar lejos de mi hija y que ella no entienda su mamá qué se hizo, eso me mantiene intranquila y no me permite descansar bien”.
La soledad y la falta de ayuda económica también han influido en su estado de ánimo: “de la alcaldía recibí ayuda solo cuando empezó; después intenté comunicarme y me dijeron que ya estaban muy selectivos o muy reservados con esto de los mercados o de las ayudas que brindan”.
El lugar, el momento o la persona que pudo contagiarla es algo que siempre se preguntará. Dice que salía muy confiada a las calles, “porque escuchaba que los más vulnerables eran los adultos”.
Reconoce haber compartido con muchas personas y que nunca pasó por su cabeza que alguna tuviera el virus: “nunca me puse a pensar con quién habían compartido ellas, simplemente hice mis cosas sin medir las consecuencias, sin pensar en todo lo que esto podría traer”.
Hoy dice que esta ha sido una de las experiencias más duras de su vida. No culpa a nadie de lo que la pasó, solo a sí misma: “quizá yo me lo busqué por confiarme”.
Por esto les dice a los jóvenes que “esto no es un juego, quédense en sus casas, háganlo por su bien, cuiden su familia, uno no sabe qué persona lo va a contagiar. Yo corrí con la suerte de que el sistema de salud me dio toda la atención, pero mañana todo puede colapsar y a ti o a tu mamá, a tu hija o tu familia no los podrán atender”, puntualiza.
Eleonora agradece a quienes quieran ofrecerle una ayuda económica, pues carece de empleo y siente angustia por la suerte de su niña. Pueden comunicarse al correo ogustavoadolfo556@gmail.com
*Nombre cambiado por petición de la fuente
Hasta ayer en la tarde, en Antioquia se contaban 11.181 casos activos.
Los recuperados de la enfermedad suman 11.531. En Medellín hay 4.650 pacientes activos. El total de contagiados por regiones es así: Valle de Aburrá, 17.652. Urabá, 2.574. Norte, 1.036. Oriente, 552. Occidente, 528. Bajo Cauca, 347. Suroeste, 188. Magdalena Medio, 91. Y Nordeste, 65. En el rango de Eleonora*, entre los 20 y los 29 años, en Antioquia se contaban hasta ayer 2.511 mujeres y 3.324 hombres, para un total de 5.835 personas, según la Gobernación.
Periodista egresado de UPB con especialización en literatura Universidad de Medellín. El paisaje alucinante, poesía. Premios de Periodismo Siemens y Colprensa, y Rey de España colectivos. Especialidad, crónicas.