Hasta hace unos 35 años poco o nada se sabía de Chiribiquete. Fue gracias al arqueólogo y antropólogo Carlos Castaño-Uribe, quien por accidente llegó a este paraíso de fauna y flora, que el mundo supo de su existencia.
Castaño, hoy al frente de la fundación Herencia Ancestral Caribe, se desvió de su ruta hacia el Amazonas y llegó a este parque nacional conocido como la Capilla Sixtina de la arqueología de América Latina. Allí encontró una colección de murales con más de 75.000 pinturas rupestres donde el jaguar es protagonista, en medio de un hábitat de riqueza biológica casi intacta.
Tras ese hallazgo escribió el libro Chiribiquete: la maloka cósmica de los hombres jaguar, tras el cual el sitio se hizo visible en todo el mundo.
Con una extensión de 298.955 hectáreas, entre los departamentos del Guaviare y Caquetá, en el Sur de país, la serranía fue declarada Parque Nacional Natural en 1989 y desde 2018 es patrimonio mixto de la humanidad.