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Hay una metáfora, la del mixtape en inglés, o regrabado en español. Es esa que vivieron los jóvenes en las décadas del 80 y un poco del 90, en la que en un casete, esa caja de plástico que encierra una cinta magnética, podían grabar, desgrabar y hacer sus mezclas musicales. Esa simbología es la base de esta exposición que presenta el Museo de Arte Moderno (Mamm) para abrir su puerta, ya por completo, tras la pandemia.
Por eso la muestra se llama así, Regrabado (mixtape). Transiciones del arte en la Colección Mamm, y como lo explica su curadora Sylvia Suárez, la referencia del casete es la base de esa mezcla, ya no musical sino de obras de arte, que construyó a la hora de organizar esta propuesta “para hablar de ese cambio tan profundo que hubo en nuestra cultura entre los 80 y los 90 cuando empezó la apertura económica y entramos dentro de unas lógicas de conformación de una cultura material completamente diferente”.
Y como la inspiración fue ese casete en el que los adolescentes de la época grababan y regrababan canciones, la música no podía estar por fuera y por eso cada espacio, de los cuatro núcleos que componen la exhibición, tendrán melodías de rap (ver recuadro), que para la curadora manifiestan el cómo vive la ciudad en sentido afectivo, económico, social y político. “Las obras que reuní tienen ese carácter, porque así es el arte contemporáneo, no idealiza los grandes temas sino que trata de tener conexiones muy concretas, urbanas, lecturas muy cercanas a la experiencia cotidiana, entonces me parecía lícito tener un puente entre esas diferentes manifestaciones”. Una unión entre música y arte.
Las obras que se verán en este proyecto –alrededor de 70 y de 50 artistas– hacen parte de la Colección Mamm y, como lo indica María Mercedes González, directora del museo, es el patrimonio, “que no es del museo sino de la ciudad, de todos, y ahí está un pedazo de la historia de esta región y del país. En este caso hay un foco muy importante, los 80 y 90 y en cómo transformaciones políticas y tecnológicas influenciaron ciertas transformaciones en el arte”.
Para la curadora Suárez representó un reto, porque como son obras que han hecho parte de la colección permanente la idea era no repetirse. Se revisó todo el inventario para escogerlas y agruparlas en cuatro núcleos, que es lo que la gente verá a partir de hoy, el trabajo de Suárez consistió en preseleccionar piezas y desprenderse de esas lecturas que ya se habían desarrollado para conectarlas con este nuevo proyecto. “Así surgió esta idea de trabajar sobre cómo se ve representada una transición del arte moderno a las prácticas artísticas contemporáneas en la colección del museo”.
González y Suárez detallan que hay obras que hacía muchos años no salían a exposición, así como últimas adquisiciones que no se habían mostrado y unos préstamos que llegaron de Bogotá. “La más antigua es de Norman Mejía, de 1964, que se llama Corte de televisión”, explica la curadora.
Los cuatro núcleos o llamadas transiciones no están hechas cronológicamente, “la idea es que la gente las recorra con todos los sentidos, los cuatro espacios son parte de una sola exposición, cada uno funciona muy bien autónomamente, pero dialogan muy bien entre sí”, concluye Suárez.
Con esta propuesta la puerta de Mamm deja de estar entreabierta para abrirse del todo con espacios como la sala de estudio y el inicio de programación del cine (ver recuadro). .