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El lugar está ubicado en uno de los estadios más antiguos de Brasil: ese que fue una de las sedes de la Copa Mundial de Fútbol de 1950 y conocido como el Pacaembu, el estadio municipal Paulo Machado de Carvalho.
La entrada cuesta 15 reales, entre 12.000 y 14.000 pesos colombianos, dependiendo del cambio de la moneda. Tiene 15 salas temáticas que cuentan de manera lúdica e interactiva cómo el fútbol llegó a ese país y se convirtió en parte de su historia y su cultura.
Al subir las escaleras para ingresar a la primera sala aparece la imagen de uno de los futbolistas brasileños más conocidos del mundo, Edson Arantes do Nascimento “Pelé”, en un video vertical de gran tamaño y hablando en tres idiomas: portugués, español e inglés. “Ahora conocerás a los héroes que construyeron la historia del fútbol brasileño. Estoy orgulloso de ser uno de ellos. También estarás orgulloso. Bienvenido al museo del fútbol”, dice.
El espacio juega con la oscuridad y la luz, el sonido y el silencio, los videos y las fotografías en gran formato y hasta la experiencia de sumergirse en cualquiera de los estadios brasileños y vivir la pasión de este deporte. “Fue inaugurado el 29 de septiembre de 2008 y es uno de los más visitados del país –dice la reseña en su página web– y está abierto a la interacción de distintos públicos, sean o no amantes del deporte más popular del planeta”.
Desde 2013, este espacio está asociado con el Instituto Cultural de Google, lanzando exhibiciones virtuales en la plataforma Google Arts and Culture, que presenta colecciones de más de 1.200 museos de distintos lugares del planeta.
El diseño de este lugar envuelve a los visitantes en la pasión del deporte. Entre sus salas están las del gol, que presentan en video grandes jugadas que el invitado tiene la opción de escoger. “La Sala de Radio celebra a los locutores y los medios que llevaron el fútbol por todo el país”. Allí podrá escoger la narración que quiera y del gol brasileño que guste.
Ese piso termina con la llamada Sala de Exaltación, en la que solo debe pararse, escuchar las barras y sentir. Es un espacio oscuro con fotografías que van cambiando de acuerdo con el equipo y en el que experimentará, gracias al potente audio, estar en medio de la multitud. La recomendación es que cierre los ojos y escuche los cánticos.
Si sigue el camino podrá sentir el dolor del “maracanazo” (victoria de Uruguay a Brasil en la final del mundial del 50 en el Estadio Maracana de Río de Janeiro) como si fuera brasileño, en una sala oscura y un video gigante. Más adelante medirá su potencia al patear el balón, unos pasos más allá podrá levantar la copa y llevarse la foto del recuerdo, y hasta conocer curiosidades. Por último conocerá la cancha de este antiguo estadio que aún se usa.
Si tiene planeado pasear en Sao Paulo antes del 20 de octubre puede visitar la exposición temporal sobre las mujeres en el fútbol, para que aprenda sobre cómo ellas tuvieron que luchar para ganarse el derecho al juego y hasta a caminar libremente por las graderías de los estadios.
Todo el recorrido del museo se hace, con calma, en una hora y media, como si fuera un partido y, seguro, saldrá como si lo hubiera vivido. Hasta podrá contar los goles cantados.