El librovejero, como llamaba García Márquez al librero Álvaro Castillo, recuperó en la tarde del viernes la primera edición de Cien años de soledad.
La noticia se fue regando por redes sociales, casi de la misma manera que se supo que el sábado en la noche alguien se lo había llevado de una vitrina del pabellón Macondo, donde estaba en préstamo para que los visitantes de la Feria Internacional del Libro de Bogotá lo pudieran ver.
La Policía, en rueda de prensa, informó que gracias a labores investigativas adelantadas por la Sijin de la Policía Metropolitana de Bogotá, se ubicó el libro en una venta informal del centro de esta ciudad, en el sector de la Perseverancia, donde fue abandonada por los ladrones al detectar la cercanía de las autoridades.
El director de la Policía, general Rodolfo Palomino, aseguró que la obra estaba guardada en una caja y conservada. Según las pesquisas, los delincuentes pretendían sacarla del país y conociendo su valor de $25 millones, pretendían venderla en $120 millones, al percatarse de su valor histórico y cultural.
Mientras tanto el librero contó que donará la pieza a la Biblioteca Nacional, para que los colombianos que mostraron su indignación tras el robo, e incluso los que no, puedan disfrutarla.
Ya había dicho cuando supo de la pérdida que, más que suya, pertenecía al país.
Por su parte, el general Palomino aseguró que aunque ya se recuperó la primera edición, el trabajo solo estará terminado cuando se capture a los responsables de este robo. No hay ninguno todavía, por lo que continuarán las investigaciones.
De la primera edición de Cien años de soledad se hizo un tiraje de 8 mil ejemplares. El del librero es uno de ellos, que sumaba valor por la dedicatoria. “Para Álvaro Castillo, el librovejero, como ayer y como siempre. Su amigo, Gabriel”