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El café que enamoró a Julián de su pueblo

Un adolescente de Anserma, Caldas, aprendió en su colegio lo necesario para convertirse en un emprendedor en el campo.

  • Julián tiene 17 años y un proyecto de emprendimiento en su vereda, en Anserma, alrededor del café. FOTO cortesía julián.
    Julián tiene 17 años y un proyecto de emprendimiento en su vereda, en Anserma, alrededor del café. FOTO cortesía julián.
16 de junio de 2017
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No lo duda. A sus 17 años, Julián Stiven Rodríguez Ramírez ya definió qué quiere estudiar y en qué emplearse. Lo sabe desde pequeño y en los últimos años, empezando desde que era estudiante de la Institución Educativa El Horro, se ha formado para cumplir ese propósito.

Aunque recibió el título de técnico profesional en producción cafetera de la Universidad de Caldas quiere cursar la tecnología en administración de empresas cafeteras para, posteriormente, hacer una carrera profesional en ingeniería agronómica.

Con esa formación espera tener las herramientas suficientes para consolidar un emprendimiento en la vereda El Horro, en la que ha vivido siempre. Se trata de la Asociación Productora de Plátano Café y Orellanas.

Según cuenta, gracias al modelo de Escuela Nueva que implementaron hace 30 años allí, y en el que estudió desde su primer año escolar, aprendió sobre proyectos productivos y, en general, de agroindustria y medio ambiente, conocimientos que ahora aplica para producir con su familia el café Pasión Cafetera. “El modelo Escuela Nueva tiene 30 años. La diferencia con otras instituciones tradicionales es que a nosotros nos forman desde el ser, el saber y el hacer. Los conocimientos los ponemos en práctica”.

De esa forma, cuando apenas estaba en cuarto de primaria, en 2008, aprendió a “manejar una huerta”, cómo sembrar y por qué son importantes los cultivos escalonados. Además, y para él fue decisivo, conoció la historia del café, el proceso de germinación del grano, de siembra y como ejecutar buenas prácticas de manufactura.

En 2010, añade el joven, aprendió acerca de los germinadores y se puso manos a la obra: hizo un cultivo de germinados en una cuadra de la finca que su padre le cedió con 1.200 árboles de café. En ese momento tenía 10 años.

“Eso es lo bueno de Escuela Nueva, no importa que seamos jóvenes para aprender lo básico. Con ese conocimiento y práctica, así seamos pequeños, podemos hacerlo bien”.

Aunque los padres de Julián querían que dejara Anserma para buscar un futuro más prometedor, él decidió quedarse. “Les cambié la mentalidad a mis papás, ya creen en el proyecto y en que seré un ingeniero”. Él se siente un líder, uno que formó la Nueva Escuela.

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