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Como un quirófano. El taller de luthería de Luis Fernando Posada es como una sala de cirugía. Esta comparación no resulta solo de la manida idea de que violines, violas, violoncelos llegan allí enfermos o fracturados y él los alivia, con asistencia de su ayudante, Luis Felipe Giraldo...
Si bien esta idea es cierta, porque ese banco de carpintería cubierto con tapices para proteger la delicada piel de los caídos más bien parece una mesa de cirugía, la respalda que ellos, el titular y el ayudante, empuñan instrumentos delicados, gubias de mil tamaños; garlopas, cepillos y cepillitos —algunos tan diminutos que prensan con dos dedos, el pulgar y el índice—; escuadras; martillos de luthería; calibradores... Ocupa espacio por ahí una sierra sinfín......
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