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Ha sido testigo de un desamor, consuelo en el dolor de una pérdida, compañero en las tardes nostálgicas de los domingos, un pasajero más en la maleta de un viajero, ha ocasionado risas y llanto y ha reído y ha llorado al mismo tiempo.
Un libro leído guarda dos historias: la que narra en cada una de sus páginas y la que ha vivido y que cuenta con cada frase subrayada, cada página doblada y cada mancha de café, vino o lágrimas en sus hojas amarillas y gastadas.
Es un tesoro que ya hoy no se fabrica. La voz de un autor que ya murió aunque siga vivo. O de un autor que vive aunque haya muerto. Es una segunda, o tercera, o cuarta oportunidad de enamorarse de una historia, de la lectura.
Los libros viejos, leídos, no se han olvidado y hay muchas librerías que se dedican enteramente a ellos. Aunque emergentes y grandes editoriales saquen nuevos ejemplares de páginas blancas y colores vivos, hay quienes aún prefieren una primera edición, un lomo desgastado.
En la 15 Fiesta del Libro y la Cultura, donde Las Palabras son las protagonistas, no olvidaron esas palabras que ya han sido leídas por muchos ojos.
En la entrada del parqueadero, a mano derecha, está el quiosco de Libros Leídos. Y está lleno. Jóvenes, adultos y personas mayores se congregan, buscan esa historia que ya no se encuentra en otra parte.
Ejemplares únicos y más económicos
Gustavo Zuluaga Herrera, que trabajó en la biblioteca de la Universidad de Antioquia y que ahora es librero de ejemplares leídos, explica que estos libros son los más especiales sobre todo por sus autores, que probablemente no se vuelvan a ver.
“El tiempo y el río, de Thomas Wolfe, usted no lo ve en ninguna parte, ni editado, o Bajo el volcán, de Malcolm Lowry. Tenemos ediciones que no han vuelto a salir, o la biblioteca completa de Borges, los siete tonos de las obras completas de Julio Verne o las de Dostoyevski”, cuenta.
Dice que en las ocasiones en las que sí vuelven a sacar ediciones, “no son iguales, no tienen ese olor a libro antiguo, no tienen las características especiales, no han pasado por muchas manos”.
Mauricio Tangarife, de la librería Hay Libros, cuenta que además suelen ser más económicas: “Nosotros, por ejemplo, tenemos un sistema de trueque. Una vez lo leen, las personas pueden cambiarlo con nosotros”.
Tienen además una idea curiosa para incentivar la lectura: los libros sorpresa. Envueltos en papel periódico tienen muchos, todos por 5.000 pesos. Pueden ser poesía, novelas, cuentos, o también filosofía y será una sorpresa completa para la persona.
Mágicos y encantadores
“Contar con un libro leído es contar con la posibilidad de percibir algo de una existencia anterior. Si los libros hablaran, ¿cuántas cosas nos contarían, además de lo que tienen en su interior?”, dice Martín Leonardo Rocho, bibliotecólogo de la Universidad de Antioquia e invitado de la librería La Hojarasca.
Es una oportunidad de revivir autores, que vuelvan a los estantes, que no mueran empolvados y olvidados en bibliotecas vacías y oscuras.
¿Es popular el quiosco de los libros leídos? Sí, lo es. Muchos acuden buscando títulos específicos o ediciones antiguas, otros quieren dejarse sorprender. “Hay coleccionistas que quieren una edición de Cervantes de cierto año o aquellos que tienen no sé cuántos Quijotes y que buscan la rareza por puro amor de lector y apasionado. Algo así como un melómano con sus LPs o un coleccionista de historietas”, dice Rocho.
El papel del librero leído
¿Es doloroso dejar ir un libro especial, una primera edición o uno con historia particular?
Dice Zuluaga que el librero debe ser una persona desprendida, al que no le duela dejar ir las historias, “porque acumular libros no tiene gracia, se deben dejar viajar”.
Rocho agrega que debe ser una persona ávida, conocedora, detective de libros. Debe poder reconocer qué libro es rescatable, importante, curioso o una reliquia, y cuáles no. “Es un ojo clínico. Hay libreros que saben decir por qué vale cada ejemplar, sea por la edición, la tapa, el tipo de letra, el papel, el año, la editorial...”.
Conseguir estas piezas para llenar las librerías es un trabajo mezclado: unos se consiguen en comercio, otros por trueque, hay quienes donan porque no quieren tenerlos más pero quieren darles un buen destino y quienes venden.
Así que si se pasa por la Fiesta del Libro, ¡no se olvide de los viejos!