La portada de Mama Coca es blanca, con letras doradas en el centro y un par de hilos rojo y verde que sujetan sus 306 páginas al costado izquierdo. Al observarla minuciosamente, llaman la atención los pequeños fragmentos verdes que se distribuyen de forma desordenada a lo largo de su superficie. A simple vista, parecen una especie de mármol, pero con un acercamiento se puede notar que se trata de trozos de una hoja convertida en papel.
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La planta es la coca, al igual que el nombre del libro, y estas hojas fueron cultivadas en los campos de Coca Nasa, la empresa indígena pionera en Colombia en la elaboración y comercialización de productos realizados con esta polémica especie. La fotógrafa francesa Nadège Mazars no solo usó la coca en la cubierta, sino que, al interior de su recién publicado libro, le rinde un homenaje a la planta que ha sido estigmatizada por la lucha contra el narcotráfico e injustamente señalada durante la historia de la conquista de los territorios indígenas de Latinoamérica.
Mama Coca es una compilación de fotografías y relatos que exploran la utilización de la hoja de coca a lo largo de la historia. También es un acercamiento a la guardia indígena y al valor central que esta organización tiene en la estructura social y política, específicamente en la comunidad Nasa en el Cauca. Justamente allí se realizó la investigación para esta obra, que es el resultado de una idea que surgió hace tres años y del largo camino que Mazars ha recorrido en el país durante dos décadas.
“El Cauca es fascinante al momento de comprender la historia de Colombia, particularmente por el conflicto colombiano. Esto me llamó la atención, y también la respuesta del movimiento indígena desde la colonia. Había una base para documentar una fuerza que me importaba mostrar: tanto la reconfiguración del conflicto y la oposición al narcotráfico como un aspecto más positivo, a través de la reapropiación cultural de rituales y, por ende, de la coca”, explicó la fotógrafa a EL COLOMBIANO.
Mazars llegó a Colombia en 2007 con el propósito de investigar las EPS indígenas en el Cauca, la Sierra Nevada y La Guajira. En aquel entonces, aún no se dedicaba a la fotografía y el estudio era parte de su doctorado en Sociología. Luego, en 2015, comenzó su carrera como fotógrafa cubriendo los Acuerdos de Paz y después siguió documentando en las comunidades indígenas la falta de aplicación de dichos acuerdos y la reconfiguración del conflicto en el Cauca. Fue en medio de este proceso que surgió un interés más profundo por investigar sobre la coca.
La concepción del libro se materializó en 2022, cuando en una exposición en Polonia sobre la autonomía política de la guardia indígena conoció al curador chileno, Sergio Valenzuela, quien colaboró en Mama Coca. En ese mismo espacio, Santiago Escobar Jaramillo, director creativo de Raya Editorial, el sello que publicó la obra, tenía una muestra. En ese momento, los tres unieron esfuerzos para desarrollar un proyecto más extenso, con el fin de ahondar en los usos y narrativas de la coca.
Mazars explica que esta colaboración es la razón por la cual el libro puede desplegarse y abrirse para apreciar las tomas impresas, imitando la experiencia de estar en una exhibición similar a la que le dio origen al proyecto.
Además de la persecución ocasionada por la lucha antidrogas, la estigmatización de la coca se debe a la invisibilización de la historia de las comunidades indígenas y sus costumbres. Eso es lo que sostiene Mazars, quien en el libro también incluyó un texto del historiador Damián Gonzales Escudero en el que se habla sobre la disputa que la planta ha causado desde la Colonia. Sin embargo, más allá del conflicto, la hoja de coca ocupa un lugar sagrado en la vida espiritual de las comunidades, en sus tradiciones culturales y en la medicina ancestral.
Por ejemplo, la empresa Coca Nasa fabrica distintos tés, pomadas y aceites que, según afirman, ofrecen beneficios para el manejo del estrés, dolores musculares y migraña. Este emprendimiento indígena ha enfrentado disputas legales con la reconocida bebida Coca-Cola, la cual en 2021 presentó una queja formal por Cola Pola, un producto de la empresa colombiana. Coca Nasa ha asegurado públicamente que la exigencia de modificar el nombre es absurda, ya que la coca es una planta ancestral y fue la compañía internacional la que la adoptó a finales del siglo XIX, cuando Asa Griggs Candler combinó varios ingredientes, incluido extracto de coca, para crear la gaseosa.
Este es uno de los casos que menciona Mazars en su libro, así como los diferentes caminos de la economía de la cocaína y la actual evidencia científica que respalda los beneficios medicinales de la planta. Sobre este último punto, del 20 al 24 de octubre de 2025, la Organización Mundial de la Salud evaluará si la hoja de coca debe excluirse o continuar dentro de la Lista I en la Convención Única sobre Estupefacientes, en la cual se encuentran las drogas altamente adictivas y de uso indebido. Para la fotógrafa, esta discusión es clave y podría sentar un precedente en la historia de la planta.
A Nadège no es necesario preguntarle por la duda que suscita el hecho de que una problemática de tal envergadura sea contada por un lente extranjero. Ella misma pone la cuestión sobre la mesa, pues en Mama Coca dedica una parte a responder si reproduce una visión exótica o si simplemente está abordando el asunto desde otra perspectiva. “Los fotógrafos somos un tipo de puente que muestra realidades que interpretamos, ya que nunca es la realidad pura. Siempre hay muchas maneras de interpretar lo que pasa a través de una fotografía”, asegura, mientras invita a cuestionar tanto las historias que se cuentan como las que se omiten.