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Jorge Drexler está que se canta en Medellín: detalles de su gira y nuevo disco.

El artista uruguayo acaba de lanzar “Tinta y Tiempo” y prepara su concierto en Medellín.

  • Jorge Drexler estará presentando Tinta y Tiempo en Medellín el 1° de octubre en el Teatro Metropolitano. FOTO cortesía sony music
    Jorge Drexler estará presentando Tinta y Tiempo en Medellín el 1° de octubre en el Teatro Metropolitano. FOTO cortesía sony music
31 de julio de 2022
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Desde su casa en Madrid, con un calor “absolutamente inusitado”, Jorge Drexler comienza esta conversación recordando lo bien que lo pasa en Medellín: “Qué ganas tengo de estar allí”.

Su concierto está programado para el 1 de octubre en el Teatro Metropolitano y hace parte de los shows con los que está presentando su nuevo disco Tinta y Tiempo, un álbum que se gestó en plena pandemia y por eso atraviesa todas las canciones. “Esa cosa del desconcierto, reestrenar cosas, la incertidumbre, de que no somos más que otro bicho ni nada menos que un bicho, el capricho, el azar, eso recorre el disco en toda su dirección”.

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Sentado delante de unas repisas en las que hay unos CD, libros, algunas fotografías, una cámara fotográfica antigua, algunos papeles arrumados y una guitarra electroacústica, la conversación, vía Zoom, se da como si no existieran los más de 8.000 kilómetros de lejanía que hay de Medellín a Madrid. Eso rescata Drexler de la pandemia, “el trabajo a distancia se incrementó” y por eso en este disco hizo colaboraciones impensadas.

Una de ellas fue con la israelí Noga Erez y la canción ¡Oh, Algoritmo! “La conocí en Internet y le escribí por Instagram un mensaje directo: ‘Me gusta mucho lo que haces’ y me respondió: ‘Estuve viendo lo que haces y me gusta, let’s colab —colaboremos—”, y ahí empezó todo.

Drexler tenía un estribillo suelto sobre el libre albedrío, “¿Quién quiere que yo quiera lo que creo que quiero? / Dime qué debo cantar / Oh, algoritmo, con el trasfondo de la libertad, el libre albedrío y la tendencia que tenemos a veces a sacrificarlo en pos de soluciones fáciles y rápidas, es muy difícil ejercer la libertad”.

Un cuestionamiento que venía de una lectura que había hecho del filósofo israelí Yuval Harari. “Ella me dijo que lo había leído, le pasé ese fragmento y escribió una parte en inglés maravillosa y que fue para mí un gran desafío porque volví a tomar ese texto y a escribir la misma melodía y el mismo esquema de rima, pero en castellano, que es la parte que canto al final”. Así de enriquecedor fue el trabajo, al igual que con C. Tangana, Rubén Blades y Martín Buscaglia.

De la pandemia también hay algo negativo. A lo normal de los dilemas compositivos —que para él van en que es muy difícil escribir, que nunca ha sido un acto sencillo ni liviano y se va volviendo más intenso con el paso del tiempo— se sumó esa etapa de confinamiento.

“Me di cuenta de que sin el contacto con la otra persona el acto de escribir, que aparentemente es un acto solitario, no se completaba, escribía mucho, pero no podía terminar las canciones. Al no tener a nadie a quién mostrárselas no terminaba de completar la parte de la composición que además de expresión es comunicación. Me demoré casi un año y medio en darme cuenta de que realmente tenía las canciones para el disco”.

Su álbum más ecléctico

Esas colaboraciones en las que se mezcla la música popular con el rap, el trap, en la que Rubén Blades canta en mejorana (género poético-musical autóctono de Panamá) una décima escrita “por mi prima venezolana astrofísica (Alejandra Melfo Prada)”, y varios temas en los que se destacan los arreglos de la Orquesta de la Comunidad de Madrid, dirigida por Fernando Velázquez, hacen que este álbum tenga tantas sonoridades como texturas musicales posibles.

Al preguntarle si es el disco más ecléctico de su carrera, Drexler se queda pensando con la mirada fija hacia el vacío: “No lo había pensado, pero puede que sí lo sea”, y empieza a despiezar todo lo que trae Tinta y Tiempo en un análisis introspectivo hecho en voz alta: habla de que hubo mucho tiempo para digerirlo y muchísimo más de experimentación, “angustiosa experimentación, pero experimentación al fin”, también bastante búsqueda, el alivio que representó la orquesta que entra de golpe en las canciones, más la mezcla de música urbana que tanto le gusta.

Se queda pensando en los meses que lleva hablando del álbum, “fijate, no es algo que haya tenido antes en cuenta, sí que es ecléctico el disco”.

En medio de la conversación llega un amigo a su casa, otro músico, chileno, Nano Stern. “¿lo conoces? Es maravilloso”. Le manda a decir que no se vaya a ir que le tiene un libro. “Nano vino a devolverme una guitarra y no quiero que mi amigo se vaya de Madrid sin el libro que le compré, es uno que ya he regalado como cuatro veces en los últimos dos meses, el que ganó el Pulitzer hace poco, de Joshua Cohen, Los Netanyahus. Es lo mejor que he leído en en ficción”.

Falta a hablar sobre la gira, que para Drexler es como si le hubiera vuelto la sangre al cuerpo. “No hay una manera mejor de describirla, es como si te hubieras quedado exangüe durante un tiempo y de golpe se te llena el cuerpo de vuelta de la sustancia que te mantiene motivado, vivo y con energía para hacer las cosas, porque seamos claros, la batalla contra la entropía está perdida, el mundo avanza sin estado, todo lo que sube baja, todo lo que se estructura se desestructura y hay que tener el cuerpo lleno de esa motivación”.

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Volver a Medellín es muy importante para él, aquí tiene el recuerdo de un público amoroso y de sus amigos, el cantautor Pala, uno de ellos, “no olvido la última fiesta que nos organizó, había tres orquestas, una de Cali, otra de Cumbia y una de Vallenato tocando en un bar. Si existe algo parecido al paraíso no es muy diferente a eso, a lo que es una fiesta con mi amigo Pala en Medellín después de un concierto, del que uno sale lleno de amor”.

Drexler llega con una banda de tres hombres y tres mujeres, músicos de Guinea-Bissáu, Argentina y España, “todos tienen su proyecto solista, es un lujo que durante unas semanas lo dejen de lado para defender el mío y estoy muy agradecido”.

Al final, se despide, “nos vemos en Medellín, qué alegría”. Mientras llega el día de ver Tinta y Tiempo en vivo, escúchelo en casa.

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