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El bolero sigue teniendo manifestaciones contemporáneas, la más fuerte es en la voz de Ile Cabra, la cantante puertorriqueña que no solo aborda el género que ama con canciones nuevas, a las que a veces les incorpora el urbano, que le viene de familia (Ile era la voz femenina de Calle 13 y es hermana de René Pérez y Eduardo Cabra), sino que revisa los temas tradicionales del género para apostar, desde la música, por un mundo menos patriarcal.
“Traguito” es una canción de despecho, donde la voz cantante se sienta a beber una pena de amor, “beber es un placer, como también es un derecho, para arrancarnos del pecho dolores que no hay que soportar”, dice en un verso Mon Laferte, que llegó a la canción por su energía. “Cuando tenía un estilo más o menos formado, decidí que la invitáramos, porque pensaba que su voz, su color, iba perfecto con la canción. Le mandé mi parte, pero ella hizo su verso, con lo que yo tenía en mente”, cuenta Ile.
El sencillo también responde al tópico de que las mujeres son complicadas: “Dicen que yo no soy fácil / y qué aburrido sería. / No es que yo fuera difícil, / es que fui como quería”, que también trata la poeta Julia de Burgos en “Yo misma fui mi ruta”. “Para mí esa es la parte retante, porque yo, que soy fanática del bolero y de la salsa, reconozco que hay mucho machismo en un montón de esas canciones, inclusive en algunos boleros que cantaban mujeres puedes sentir esa necesidad, quizás en ese momento inconsciente, de complacer el patriarcado. Entonces, pues siento que ahora estamos en un tiempo distinto, en donde quiero pensar que por lo menos se está abriendo espacio a tener esa conversación más amplia sobre lo que es el feminismo, por eso para mí es importante resaltar estos micromachismos que tienden a pasar desapercibidos, en la cotidianidad”, explica Ile.
Nacarile, su tercer álbum de estudio, se lanzará completo el 21 de octubre. Producto de la pandemia, su caos y su aislamiento, la cantante y compositora lo considera más libre y más maduro, sin temor a los errores y lejos de la perfección