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Acostumbrada a “volar” en el amplio coliseo de gimnasia de Medellín, donde la adrenalida fluye a borbotones, Juliana Ochoa pasa los días de confinamiento en su casa con la ilusión de que la pandemia amaine y el mundo retome su cauce.
“Extraño los aparatos, dar vueltas en el aire o estar encaramada en una barra. También, la presión que se siente cuando uno compite y la alegría de compartir con las compañeras y los entrenadores”, relata esta campeona nacional y subcampeona suramericana mientras mira el calendario y comprueba que ya van más de 100 días sin poder hacer su deporte con normalidad.
Confiesa que tiene semanas de estrés porque se le juntan los ejercicios que debe cumplir para mantener la condición física y técnica, y las tareas escolares, pues cursa noveno grado en el colegio virtual UCN.
Breyde Ochoa, al ver las dificultades de su hija Juliana para moverse con tranquilidad, y para aliviar un poco su angustia, le construyó un aparato que mide cuatro metros y medio, y lo ubicó en un sitio de la casa. El hombre tenía guardado un material de hierro para reparar un techo y echó mano de él, lo forró y le armó una especie de viga de equilibrio. También le hizo otros aparatos para las prácticas y que, complementados con unas colchonetas que le prestó la Liga, le permite hacer algunos esquemas.
El caso de Juliana es uno entre muchos menores de 15 años que hacen parte de procesos de alto rendimiento en disciplinas de combate, velocidad y de conjunto, entre otras, que exigen concentración, destreza y agilidad, que hoy enfrentan escollos, en especial de salud mental, por lo cual padres de familia y entrenadores deben ingeniárselas para mantenerlos motivados (Ver anexos).
El momento que se vive genera preguntas relacionadas con el estado físico y mental de estos atletas que ven correr los días sin poder ofrecer lo mejor de sus capacidades: ¿cuál ha sido el impacto que se ha podido detectar por causa del “encierro” ante la ausencia de entrenos y clases normales de estudio? ¿Cómo se manifiestan frente a la falta del contacto social con compañeros y profesores, y tener que pasar largas horas expuestos a computadores y a los mismos lugares físicos?
Diego Medina, entrenador de las selecciones de gimnasia de Antioquia y Colombia, quien dirige niñas con edades desde los 7 años, dice que cuando se trata de deportistas de iniciación temprana de cara a la élite, tenerlas tanto tiempo en sus casas, como está sucediendo por la pandemia, es complicado.
“Ellas están acostumbradas a mucha actividad física y mental que les exige demasiada motricidad. Y estar quietas les puede ocasionar estados de malestar emocional que, si no son bien manejados, pueden desencadenar en episodios de ansiedad o desmotivación, en especial por el grado de incertidumbre del confinamiento”.
Añade que si bien esos atletas tienen todo a mano y están protegidos en sus hogares, al no tener entrenamientos normales (prácticas diarias a doble jornada, cada una de tres y cuatro horas) toda esa energía mental y física reprimida se puede devolver en contra, y requieren de un análisis biomecánico.
También están acostumbrados a estar mucho tiempo, y con rutinas fuertes, con el profesor y sus compañeras, a quienes dicen extrañar y expresan el deseo de verlos. Les hace falta tener cerca a esa “otra familia”.
Esta situación hizo que el profesor Medina incluyera sesiones psicológicas, apoyado de las profesionales Adriana García y Paula Orrego: “Así creamos puntos de comunicación y expresión no solo para hablar de gimnasia, sino de ellas, para escucharlas, sacarlas de esos espacios y saber qué sienten y qué piensan”.
Denis Henao, mamá de Juliana, dice que “este tiempo ha sido terrible y preocupante porque las niñas ven frenados sus procesos”, pues recuerda que la gimnasia es un deporte que se desarrolla en edades tempranas (Nadia Comaneci, una de las grandes figuras de este deporte, fue campeona olímpica a los 14).
Mientras tanto, entre todos generan estrategias para hacerle frente a una realidad que se ha tornado compleja, pero de la cual esperan salir avantes para retornar fortalecidos y volver a sentir la magia de la competencia.
Esos “vuelos y explosiones de alegría” que Juliana y demás deportistas añoran .
HAY AGOBIO PERO BUSCAN DERROTAR LA DESERCIÓN
La adrenalina que genera la salida desde el partidor, cruzar los resaltos y los peraltes, es lo que más extrañan los bicicrosistas en confinamiento. Pero también el relacionamiento con los otros, como lo expresa Santiago Santa, corredor del equipo W Élite.
“Compartir con los demás, aprender en equipo, foguearnos entre nosotros y darnos apoyo son cosas que hacen falta”, dice el corredor de 16 años.
También, comenta, que el hecho de estar hiperconectados para poder estudiar, entrenar o comunicarse con sus compañeros, agobia. “Nunca había tenido tanto contacto con la tecnología para hacer mis actividades diarias, toca acostumbrarse, pero a veces cansa”, agrega.
En este punto, señala César Acevedo, entrenador de la Selección Antioquia prejuvenil, es en el que más ha tenido que trabajar, ya que sus deportistas le han manifestado sentir molestias físicas relacionadas con su uso.
“Los chicos me dicen que estar tanto tiempo frente a pantallas les causa dolores de cabeza o en la espalda, esto por la mala postura, entonces también hay que estar pendiente que cuando se conecten a los entrenamientos estén en un lugar con condiciones adecuadas para evitar dificultades derivadas de esta situación”.
Una de ellas es la deserción, pues el no poder entrenar en la pista, sumado a las restricciones que les impiden salir a montar o hacer actividad física por ser menores de edad, y la falta de competencias, hacen que los corredores desistan de seguir su proceso.
“Evitarlo depende mucho de nosotros los entrenadores, de motivarlos y crear estrategias para que se mantengan en la práctica. Con los más jóvenes el gran reto es generarles compromiso y que trabajen para proyectarse”, dice Acevedo.
Por eso aunque el regreso a la pista por ahora es incierto, Santiago, subcampeón mundial en la categoría cruceros en 2016, se mantiene motivado porque su deseo de ser el mejor, “es más grande que sus miedos”.
PUEDE HABER DEPRESIÓN Y DESMOTIVACIÓN
Samuel Chaverra incursionó en el muaythai a los cinco al ver a su hermano Tomás practicarlo. Incluso, a sus 14, ya ha sufrido las inclemencias que trae la alta competencia. Una de ellas la vivió durante su participación en el pasado Mundial de la disciplina en Tailandia, donde sufrió lesiones en los ligamentos externo y cruzado anterior y esguinces en dos tendones de la rótula. Sin embargo, su espíritu es luchador y por eso trata de asumir esta pandemia con madurez. “En épocas de competencia teníamos de 2 a 4 clases por día, hoy solo hacemos una y virtual, obviamente no es lo mismo”. Dice que es difícil mantener la condición física porque se pasa mucho tiempo en reposo. “Sentado o acostado, pendiente de las clases virtuales en mi colegio y después viendo televisión”. Él se considera un joven muy sociable y no ha sido fácil aceptar el encierro. “El estudio se siente raro porque en mi colegio la educación es muy personalizada. No son grupos de 30 o 40 alumnos, 15 o 20 máximo, y con este distanciamiento se perdió toda la metodología”. Samuel se adapta al momento, pero espera retomar sus rutinas diarias, tanto de entrenamiento como de estudio. El médico y entrenador mental, Jonathan Bustamante, explica que el impacto por el confinamiento depende de cada deportista. “A unos los afecta negativamente y a otros de manera positiva. Depende de un montón de factores, como la capacidad de resiliencia, la adaptabilidad, recontextualizar una situación y ponerla a su favor y más en deportistas de élite que deben oponerse a este encierro. Hay un grupo que está mejor que antes de la cuarentena, incluso han bajado de peso o han fortalecido en lo físico, al analizar videos. Mientras que conozco otros en los que observo falta de fortaleza mental y no hallan otra manera de disfrutar su deporte sino es en un escenario y eso los lleva a síntomas depresivos, aburrimiento y desmotivación”.
¿QUÉ HACER CUANDO LLEGA EL ABURRIMIENTO?
El trabajo mental que realizan a los deportistas cuando inician sus entrenamientos en hapkido, es, según dice Yonier Uribe, entrenador de la Selección Antioquia, la clave para que en la cuarentena los deportistas menores hayan tomado el aislamiento con mayor tranquilidad. Además, expresa que el acompañamiento que les han dado en la Liga y en Indeportes también les ha ayudado para mantenerlos fuertes, dinámicos y dispuestos a seguir adelante.
“Desde que arrancó la cuarentena diseñamos un plan de entrenamiento que realizamos de manera grupal, martes y jueves en la noche, y también les dejamos tareas para hacer en casa. De igual forma, Medicina Deportiva y el Área Sicosocial de Indeportes están en constante comunicación con metodólogos, sicólogos y nutricionistas, quienes están al tanto de las condiciones físicas y mentales de los jóvenes y también de su entorno familiar, ya que la idea es mantenerlos monitoreados para saber cómo están”, afirma Yonier.
Juan Carlos Henao, padre de Alejandra (13 años) y Elizabeth (9), dos deportistas de hapkido, sostiene, además, que junto a su esposa Viviana Muñoz, han tratado de ofrecerles opciones para que no caigan en el aburrimiento.
“Nosotros siempre les inculcamos el deporte y ahora durante la cuarentena tratamos de entrenar con ellas, realizar muchas actividades, como juegos de mesa, pintura y repostería para que puedan pasar este tiempo entretenidas”. Juan Carlos destaca la metodología que han implementado clubes y liga para entrenar.
La sicóloga Adriana García, de Indeportes, manifiesta que en estas edades (12-17 años) han involucrado a las familias para trabajar lo físico y lo mental, lo que ha permitido que la mayoría de los atletas afronten el aislamiento de una manera positiva, aprendiendo a controlar las emociones y superar dificultades.
ENFRENTAR ANSIEDAD, DESAZÓN Y DESÁNIMO
La labor con los deportistas jóvenes en el actual periodo de confinamiento ha sido una tarea complicada. Así lo reconoce Julián García, técnico antioqueño de tiro con arco, quien confiesa que mantener la motivación de los deportistas es el mayor reto. “Que no puedan juntarse con sus amigos, y más a sus edades, ha hecho la diferencia. Por lo menos existen herramientas tecnológicas que utilizamos para intentar una integración”, comenta el orientador al agregar que la parte educativa a nivel de alimentación y de ejercicio se afectó porque no se tiene un estricto control sobre ellos como sucede de forma presencial. “Desde casa es más duro identificar cómo actúan frente a determinadas acciones y hábitos, todo se basa en la confianza, de hablar con ellos para que realicen los cuidados”. Señala que, a veces, percibe el ánimo decaído en los jóvenes. “Se ven aburridos, y más porque saben que no van a poder reanudar prácticas pronto como los compañeros de élite. Expresan que sí hacen actividades de trabajo, pero en realidad no es cierto. Uno nota cambios en la parte técnica, entonces nos damos cuenta que algo pasa, y más por sus gestos, o porque todo se les juntó en el hogar (entrenamientos, reuniones del estudio o cosas familiares). Nuestra misión, desde la parte educacional, es hablarles bastante para que no decaigan. Lo bueno es que saben que son arqueros de proyección”.
Por su parte, Gabriel Jaime Vélez, mánager general del equipo de ciclismo Avinal GW, dice que ha detectado en los 27 jóvenes que maneja -siete mujeres- bastante intranquilidad. “Me llaman y evidencian ansiedad, preocupación. Me preguntan: ¿qué vamos a hacer, qué va a pasar con mi futuro, dónde voy a conseguir cupo si ya el año entrante cambio de categoría y aún no puedo mostrarme para ser contratado por otro equipo?... Es algo muy difícil, les contesto que tengan calma, que sigan entrenando y sepan aprovechar todo este tiempo”.