En 1998 el fútbol femenino colombiano daba sus primeros pasos internacionales con su estreno en el Suramericano de Argentina. Casi dos décadas después se alista para su segunda presencia en los Juegos Olímpicos y continúa labrándose un futuro halagador.
Si bien algunas pioneras de esta disciplina en Antioquia, entre ellas Margarita Martínez, andan preocupadas por la ausencia de torneos nacionales y semiprofesionales que sirvan para potenciar el talento existente, técnicos como Felipe Taborda están convencidos de que la disciplina va por buen camino.
La presencia de jugadoras en Israel, España, Noruega y Estados Unidos le hacen pensar a Taborda, responsable del equipo en el pasado Mundial, que el país “se convirtió en potencia, porque viene haciendo cosas importantes, sin desconocer que hay mucho por mejorar, ya que actualmente no tenemos clubes de damas con estructura sólida”.
Independiente de los inconvenientes que han tenido que sortear para ganar espacio, como lo reconoció Liliana Zapata, hoy asistente del combinado patrio que disputará el próximo Suramericano sub-17 en Venezuela, la meta de las chicas es “seguir proyectando este deporte, porque ya tenemos cantidad y calidad”.
Eso último es lo que tiene motivado a Taborda para las justas de Río de Janeiro, para las cuales ya suma un microciclo de trabajo y alista otro para mediados de este mes, consciente de que se deben apoyar en la base, es decir la misma que consiguió la clasificación sin de analizar qué ofrecen las nuevas convocadas.
“Todavía falta mucho por construir y la dirigencia debe enfocar mejor su trabajo para que aproveche al máximo el talento de las chicas”, según el aficionado Julio Sanín; sin embargo, la presencia en tres de los últimos cuatro mundiales prejuveniles y la segunda clasificación seguida a Olímpicos evidencia progresos.
Ojalá tantos esfuerzos de las deportistas sean recompensados con una buena actuación en Río para le den vía libre a un torneo nacional que aumente el nivel del fútbol femenino en el país.
