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Alentada por un récord de audiencias televisivas, la Fórmula 1 pone a prueba este fin de semana su creciente popularidad en Estados Unidos con la inauguración del Gran Premio de Miami (Florida).
Por primera vez desde 1984, Estados Unidos aloja dos pruebas del calendario de Fórmula 1, que se ampliarán a tres el año próximo con la incorporación de una carrera nocturna en Las Vegas (Nevada).
En un país donde los deportes de motor están muy arraigados, y cuenta con competencias propias como la serie IndyCar y Nascar, la Fórmula 1 viene generando una gran expectación, como demostró con la venta de entradas para el Gran Premio de Miami, que se agotaron en menos de una hora pese a sus elevados precios.
El gigante norteamericano entró por primera vez en el programa de la Fórmula 1 en 1959, pero desde entonces su presencia fue fluctuando desde tres carreras anuales a ninguna.
En 2012, Austin (Texas) se estableció como un nuevo circuito permanente (este año la carrera se celebrará el 23 de octubre) y el interés en la competición no ha dejado de crecer.
“Es realmente increíble ver que hemos tenido éxito y que hay un amor creciente en Estados Unidos”, apuntó el británico Lewis Hamilton (Mercedes), siete veces campeón mundial, quien al principio de su carrera veía una “brecha entre Estados Unidos y el resto del mundo en términos de pasión”.