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Al calificativo de figura con la que llegó al Everton el colombiano James Rodríguez respondió rápidamente marcando, asistiendo y poniendo el ritmo de juego de un club que llegó a ser el líder de la Premier League.
Sin embargo, de ese vertiginoso ascenso que el volante tuvo con los Toffees ya queda poco. Otro problema muscular, el segundo en el que recae desde su llegada al cuadro inglés, lo privará de estar hoy en el juego ante Chelsea.
“James tuvo un pequeño problema durante el partido contra Burnley (...) Tuvo un problema con su pantorrilla y no pudo entrenar esta semana”, comentó el técnico italiano Carlo Ancelotti en la rueda de prensa previa al encuentro de esta tarde (3:00 p.m.).
Aunque el entrenador manifestó que la dolencia de James “no es nada especial”, es inevitable no pensar que el colombiano comienza a vivir una historia recurrente en su carrera, la cual le ha impedido contar con regularidad en sus últimas temporadas.
Por segunda ocasión desde su llegada a Inglaterra, el colombiano será baja en el Everton. Su primera ausencia se presentó el 1 de noviembre cuando su club enfrentó al Newcastle por la séptima fecha de la Premier.
Desde el choque con Virgil Van Dijk en el juego ante Liverpool (17 de octubre) del que terminó con un golpe en los testículos, James no ha podido retomar el rendimiento con el que inició la temporada.
Ante rivales como Southampton, Manchester United, Fulham o Leeds, el cucuteño no lució con el mismo ímpetu con el que anotó tres goles y puso igual número de asistencias en sus primeros cinco partidos en la Premier. Ahora el recuerdo de viejos episodios en el Real Madrid y Bayern de Múnich preocupan.
Para el médico deportólogo Óscar Guerrero, lo que le ocurre a James, en este caso en la pantorrilla, es una dolencia común y recurrente entre los futbolistas, “es una sobrecarga muscular que se recupera con descanso”, sostiene. De ahí que Ancelotti haya minimizado la situación.
No obstante, cuando un jugador recae tanto en ellas hay situaciones “multifactoriales que pueden intervenir en un caso específico”.
En ese sentido el preparador físico Víctor Gaviria explica que es necesario evaluar aspectos que, incluso, vienen desde la infancia como las deficiencias en la nutrición que pueden afectar el desarrollo óseo y muscular; cargas muy altas o por el contrario, muy bajas durante el proceso formativo en el deporte.
Cuando se llega al profesionalismo, la carga de partidos y el poco tiempo de descanso entre una competencia y otra también generan que los futbolistas sean tan propensos a sobrecargas musculares.
“Las probabilidades de que un futbolista recaiga en una lesión muscular son del 35% y estas se generan porque el deportista no tiene buena flexibilidad, nivel de fuerza o no posee una resistencia apropiada. Si en esos tres componentes no hay una buena sincronización para los movimientos tan intensos durante el juego, se pueden lesionar muy fácilmente”.