Hay noches en las que el fútbol es un juego cruel. No se sabe qué duele más: perder jugando mal o no ganar después de jugar muy bien. El Atanasio Girardot vivió la segunda, una historia de dominio, garra y buen juego que terminó en un 0-0 que no hace justicia a lo que Atlético Nacional mostró ante Sao Paulo. El Verde fue superior de principio a fin, pero falló donde no se puede fallar en la Copa Libertadores: en la definición. Dos pelotas en los palos, dos penales errados y un rival que respiró aliviado sabiendo que la serie pudo quedar sentenciada.
El día había empezado con ilusión. Desde horas antes, las afueras del estadio fueron un carnaval verde y blanco. Banderas, cánticos y bengalas anunciaban que Medellín estaba lista para empujar a su equipo. Las tribunas, repletas, parecían un mar de esperanza. Los jugadores lo sintieron y salieron a la cancha con ese empuje, mordiendo en cada balón y arrinconando al rival.
La primera gran oportunidad llegó muy temprano. Minuto 14: mano en el área y el árbitro no dudó en pitar penal. Edwin Cardona, símbolo y líder, tomó el balón. El Atanasio contuvo el aliento, pero su remate no encontró la red. El error apagó un poco la intensidad de Nacional y Sao Paulo intentó aprovechar el desconcierto. Sin embargo, Marlos Moreno encendió la chispa con su gambeta eléctrica, levantó a la gente y devolvió el alma al equipo, que cerró mejor el primer tiempo.
En el complemento, Nacional salió decidido a romper el cero. Marlos, otra vez, regaló magia: una pirueta casi de chilena que se estrelló en el palo. El mismo Marlos, minutos después, habilitó a Marino, cuyo disparo cruzado volvió a chocar con el hierro. La tribuna no dejaba de alentar, convencida de que el gol estaba por llegar.
Minuto 67: otro penal. Esta vez la falta fue sobre Alfredo Morelos. El estadio coreó el nombre de Cardona, pidiéndole revancha. El volante asumió el reto con valentía, pero la historia se repitió: el balón no entró. Era una noche extraña, de esas que parecen escritas para probar la fe. Cardona, que no fallaba desde el 10 de septiembre de 2014 y que en toda su carrera solo había errado tres penales —dos de ellos contra Sao Paulo—, se fue entre lágrimas. Nunca antes un jugador de Nacional había desperdiciado dos penaltis en un mismo partido.
Desde su regreso, Cardona había ejecutado 11 penales con la camiseta verde y solo había fallado estos dos. El golpe fue duro, para él, para sus compañeros y para una hinchada que terminó con el alma en el suelo. No solo porque la vuelta será en Brasil, sino porque en esta Libertadores, Nacional ha perdido todos sus partidos como visitante.
Aun así, la historia no está cerrada. La jerarquía y la grandeza de Nacional no se miden solo por las victorias cómodas, sino por la capacidad de levantarse en momentos así. El 0-0 deja la llave abierta y la gesta de ganar en territorio brasileño todavía es posible. Quizá, en el silencio de la noche, jugadores e hinchas repitan la misma frase: no era esta, pero la próxima sí.
Reviva aquí el minuto a minuto de este partido: