Cualquiera que los vea en la calle pensaría que son jugadores de baloncesto o voleibol. Uno mide 1,93 metros, otro 1,90 y el tercero, 1,84. Jorge Segura, Sergio Mosquera y Diego Moreno, sin embargo, dicen que llevan el fútbol en la sangre y luchan por consolidarse en el Envigado y abrir caminos en el exterior.
Segura, el más espigado, lleva tres años en el conjunto naranja. Nació en Zarzal, Valle, y cuenta que desde niño jugó fútbol, a pesar de los intentos por reclutarlo que le hicieron varios entrenadores de otros deportes.
“Me decían que fuera a practicar, que me pagaban todo, pero nunca cedí y aquí estoy, en la guerra. La gente cree que esto es fácil, que es solo patear y correr detrás de un balón, pero no saben del esfuerzo que uno hace cada día y el sacrificio de la familia”, cuenta el zaguero central.
En relación con su estatura, señala que le ayuda mucho para el juego aéreo defensivo y ofensivo. “Y para superar las falencias a ras de piso uno se ayuda con los compañeros y con los entrenamientos”, apunta este admirador del Barcelona y Luis Suárez.
Sueña con actuar en Europa y agradece la acogida de Andrés Orozco, quien le brinda orientación personal y deportiva.
Sergio Mosquera (1,90 metros) está feliz porque el año pasado terminó de titular y este lo comenzó igual. Juega de central y creció en la Estrella.
Confiesa que jamás miró hacia otros escenarios diferentes al fútbol y aprovecha su biotipo para imponer respeto y fuerza en la cancha. Eso sí, sabe que a la hora de enfrentar adversarios de menor estatura necesita medir la fuerza para evitar faltas.
A diferencia de los espigados, asegura que él tiene virtudes para manejar bien la pelota. “Todo depende cómo se prepara uno y por eso me esfuerzo en las prácticas”, anota este hombre que también se ilusiona con irse al exterior.
Diego Moreno, natural de Apartadó, es otro de los altos del conjunto naranja. Juega de volante por el centro o los costados y ratifica que “nació para el balompié”.
Aún recuerda su infancia en las calles del pueblo con los amigos, siempre con un balón en la mano. Hace cuatro años llegó al Envigado y agradece esta oportunidad, pues dice que en su tierra “la vida es dura”. Arsenal de Inglaterra es el club que desvela a este joven cuya familia vive en el campo y gusta mucho de los caballos.
Su buen biotipo, añade, lo aprovecha para sobresalir en el juego aéreo y tener presencia en el terreno.
Jorge, Sergio y Diego, tres gladiadores con los que el Envigado mira por lo alto.