Ahora que recién arrancan los torneos de fútbol en Colombia, conviene recordar que no todo son fichajes, abonos para no perderse ni un partido y camisetas nuevas.
Centenares de jugadores siguen atravesando condiciones laborales que distan de la idea de abundancia que presume el fútbol. Suena paradójico en una industria que, de acuerdo con la FIFA, movió U$185 millones en transferencias de deportistas en 2017 en el país.
Esta situación es un gran mal que aqueja al balompié nacional. Se le suman la falta de formación integral para los futbolistas por parte de los clubes –no basta con enseñar habilidades técnicas y tácticas–, las prácticas contractuales ilegítimas y la falta de acompañamiento tras el retiro.
Carlos González, presidente de la Asociación Colombiana de Futbolistas Profesionales -Acolfutpro- reconoce estas problemáticas. Asegura que esa organización ha tratado de subsanarlas desde hace 10 años, mediando ante los clubes y la Dimayor, que es la entidad que regenta el fútbol colombiano.
“En 2004 apenas dos o tres equipos pagaban seguridad social. Hoy, tras las sanciones del Ministerio de Trabajo a todos los clubes profesionales y unas posteriores huelgas en 2010, todos los futbolistas en Colombia cuentan con aportes a salud, pensión y riesgos profesionales”, detalla el directivo.
González hace referencia a la Ley 35 de 2011, la cual, desde entonces, exige a los clubes las planillas de pagos a dichos aportes bajo el castigo de perder el reconocimiento deportivo, documento sin el cual los clubes no pueden existir.
Hoy la Dimayor realiza el pago de salud y pensión directamente. Se lo descuenta a los equipos de los ingresos totales que reciben por transmisiones de partidos en televisión (el año pasado ganaron $82 mil millones, según la entidad).
Y si bien el fútbol nacional avanzó en esas condiciones laborales básicas, en otras persisten vacíos como los contratos, “negros” o dobles, formas ilegítimas que buscan eludir compromisos laborales y tributarios (ver cómo funciona).
Esta situación afecta al 26% de los futbolistas en Colombia, según un informe de hace cuatro meses adelantado por el Sindicato Mundial de Futbolistas. “Equipos como Chicó, Cúcuta, Bucaramanga, Tigres y Patriotas son clubes que usan contratos negros para pagarles a sus jugadores”, asegura González.
Al tablero
Otro aspecto crítico es la formación de los profesionales del fútbol, pues como advierte el defensor de La Equidad, Francisco Nájera, ni siquiera la totalidad de los futbolistas en el país se graduaron de la básica secundaria, una señal de la negligencia de los clubes al no atender el compromiso de formar integralmente a sus jugadores, más allá de su mera explotación deportiva y económica.
“Un muchacho, que llega a un club arrastrando carencias esenciales afectivas, económicas y educativas, debe recibir de su equipo oportunidades para formarse paralelamente a lo deportivo; equilibrar un poco todos sus aspectos como profesional y persona”, señala Nájera.
De las deficiencias contractuales y falta de formación se derivan otros riesgos cuando finaliza la actividad profesional.
“¿Qué hace un futbolista que no estudió una carrera, no tuvo acompañamiento sicosocial y antes de los 35 años queda obsoleto para el mercado del fútbol? Lo normal es que lleve una vida difícil tras su retiro”, analiza Carlos Giraldo, defensor de 38 años, del Deportivo Pasto y administrador de empresas.
Una alternativa
Hay iniciativas que sirven como punto de partida para replicar: un convenio entre Acolfutpro y la Asociación del Fútbol Argentino -AFA- ha graduado desde 2013 a cerca de cien jugadores y exjugadores colombianos como técnicos de fútbol.
Si se logra ampliar el margen de acción de esta clase de proyectos podría reducirse el impacto de los cientos de jugadores que se retiran en Colombia y atraviesan posteriores dificultades económicas y familiares.
Claro que para adelantar estos proyectos son necesarios estudios que definan la cantidad de jugadores y las condiciones de retiro de ellos, coinciden los protagonistas (ver radiografía).
Mientras tanto, es vital que los clubes comprendan que su responsabilidad va más allá de ofrecer un espectáculo.
Un estudio de la ONG Xpro, revelado el pasado diciembre en Inglaterra, halló que, cinco años después del retiro, el 60% de quienes jugaron en el fútbol inglés cayeron en bancarrota y/o algún tipo de adicción (ver anexo: las dos caras de la moneda).
El estudio, con foco en la que es considerada la liga más poderosa, denota que no es un tema de ingresos o cultural sino de enfoque. ¿Hasta cuándo el futbolista va a seguir siendo tratado como una mercancía? La respuesta no solo la tienen los dueños del fútbol sino la sociedad .
2%
de los futbolistas colombianos tiene estudios universitarios. El 58% solo se han graduado de primaria.
de ellos, en Colombia, ganan entre un salario mínimo y 2 millones de pesos. Solo el 5%, más de
$5 millones.
10%
de los futbolistas colombianos cuentan con medicina prepagada por cuenta de los equipos.
13%
de los contratos de los futbolistas en el país son “negros”. El mismo porcentaje de los que tienen doble contrato.
41%
de los futbolistas en el mundo no reciben salario a tiempo. Africanos y suramericanos son los más afectados.
45%
de los los jugadores
devengan entre 1.000 y 2.000 dólares mensuales ($2.855.000 y $5.711.000).
33%
de una muestra de 14 mil jugadores de ligas en el mundo fue víctima de acoso, discriminación o violencia.
