Aunque su contacto con el público es escaso y solo habla en ruedas de prensa, Nairo Quintana sigue despertando pasiones entre los seguidores del ciclismo.
Tratado como una estrella de cine por la gente de Movistar Team, el corredor boyacense fue objeto ayer de múltiples manifestaciones de admiración por los aficionados que intentaron, sin suerte, tomarse fotos con él y recibir sus autógrafos. El estricto control de cerca de 20 policías que lo escoltaban, y del personal del equipo, lo impidieron.
Primero fue en la salida, en el edificio de Epm y luego en el sitio de meta, en el mall de Llanogrande, donde la gente soportó la lluvia para verlo de cerca. La recompensa, empero, no fue la esperada. “Nairo, Nairo, Nairo”, gritaba la multitud mientras la figura pequeña del corredor ingresaba a empujones al bus. A través del vidrio oscuro del vehículo apenas mostró su codo herido tras la caída antes de la meta.
“Que lo suban encima del bus para verlo”, dijo un espontáneo seguidor entre la muchedumbre. “El esfuerzo individual hace que uno admire a estos personajes y sobre todo Nairo, su sencillez y su humildad”, aseguró Óscar Gómez que tenía en sus manos una bufanda rosada con el nombre de Quintana y quien coincidió con Yolanda Muñoz en los elogios al corredor.
Manuel Bedoya, ciclista aficionado que tenía puesto el uniforme de Movistar, confesó que su admiración por Nairo es “por su buen momento, por la figura que es y por la esperanza que hay de que se gane el Tour”. Su calidad es ponderada, así sea esquivo y lejano con la gente.