Tarde lluviosa en Palma en 2007. Ocho de la tarde. Dos jóvenes “hacen carreras” con sus coches junto a la gasolinera de Avenidas de la capital balear. Pierden el control y causan un accidente que cambiará la vida de Jaime Cardona, corredor aficionado de maratones. Tenía entonces 38 años.
Cardona había llevado el coche de su mujer a repostar tras recoger su dorsal y el de sus amigos, que corrían al día siguiente, 15 de diciembre, el maratón de Calvià. Se encontraba de pie fuera del automóvil.
Oyó un ruido y en una “décima de segundo” pegó un salto hacia un lado. Salvó su vida, pero su pie derecho quedó destrozado, según ha relatado en una entrevista con Efe: “Justo en ese momento supe que había cambiado mi vida; me iban a cortar el pie, aunque en este momento no sentía ningún dolor, de tan fuerte que fue el impacto”. Hasta ese día había corrido 14 maratones.
Como era tan flaco, en la ambulancia pensaron que podría ser toxicómano y le preguntaron si había tomado algo. “No sé cuántos litros de Aquarius he bebido y cuánta pasta he comido, mañana corro un maratón”, respondió.
Esa misma noche los cirujanos le amputaron el pie derecho en el hospital Son Dureta de Palma y empezó una nueva vida, pero mantuvo su ilusión: hacer deporte y, en concreto, atletismo, a pesar de que un médico le aseguró que podría volver a su trabajo en una fábrica de perlas de Mallorca pero que “jamás” volvería a correr.
“Al día siguiente”, en cuanto despertó, le pidió a su mujer un bolígrafo y un cuaderno, que aún guarda con celo. En la primera página tituló “Planning de recuperación”. El objetivo: correr el maratón de Calviá al año siguiente. No lo logró, pero sí lo consiguió tres años después: en diciembre 2010 volvió a Calviá y terminó triunfante en la meta.
“Tras la operación, mi maratón consistió en cómo recuperarme; solo pensaba en recuperarme”, y en ello puso todo su empeño para poder volver a andar y a correr con la ayuda de una prótesis aferrada a la tibia que le cubre el vacío del pie inexistente.
No fue un camino fácil, asegura Jaime Cardona, que en agosto cumplirá 50 años. De hecho, su primera prótesis costó unos 9.000 euros y “no servía ni para ir a la piscina”.
Pero con su espíritu de lucha y superación ha logrado hasta el día de hoy correr 11 maratones más, como Valencia, París, Berlín, Barcelona, Madrid, Ámsterdam y Zúrich.