A los 18 años es normal que una joven vaya a discotecas, salga con sus amigos, asista a fiestas o tenga novio que le “quite” tiempo.
Daniela Castaño parece la excepción a la regla. Para ella su vida gira en torno al estudio, el ecuestre y la casa. Mucho más lo segundo, porque gran parte del día lo pasa entrenando en el Club La María, sobre los lomos de Emilia y Duelington.
Y si no fuera así, hoy no se estaría diciendo que es la mejor juvenil de Colombia, a tal punto que integró el equipo de Antioquia que se acaba de coronarse campeón nacional de la categoría intermedia y en cuyo torneo el resto de integrantes son reconocidos profesionales como Juan Manuel Gallego (entrenador en La María), David Torres (entrenador en Equus) y Rubén Arroyave (radicado en Bogotá).
Para Daniela es un ritual levantarse a las 4:00 de la mañana, porque a las 6:00 a.m. debe estar en Eafit, donde adelanta el segundo semestre de Derecho. En la tarde, todo es ecuestre.
A sus 18 años, lleva 15 en las pistas, todo lo que se promete lo cumple, por eso ya ha sido campeona nacional en varias ocasiones y su meta es una: lograr el cupo por Colombia para la Copa de Naciones que se cumplirá el próximo año en Wellington, E.U.
“En enero viajaremos a Ocala, Estados Unidos, a donde también va mi hermano David. Allí estaremos cuatro meses preparándonos para buscar el cupo en las categorías infantil y juvenil. Estoy segura que lo conseguiremos”, dice con mucha seguridad, quien acaba de ocupar el séptimo lugar en el Internacional de Chile.
Menciones, copas, medallas, escarapelas y toda clase de trofeos guarda con mucho honor la deportista antioqueña, quien sabe que en estas instancias, a solo eso puede aspirar.
“En este nivel no se gana dinero, pero escuchar el himno de Antioquia o de Colombia cuando se gana, no tiene precio, es para lo que nos preparamos con mucha seriedad y responsabilidad”, dice con orgullo Daniela.
A su casa llega a estudiar y dormir. No hay tiempo para más. Ni siquiera para tener novio, porque se aburren, ya que no hay tiempo para dedicarles y eso no lo entienden.
“Mi responsabilidad me indica que hay prioridades y que tengo que responder al esfuerzo que hacen mis padres. Y la mejor respuesta es que ellos vean en la pista los resultados. No es nada fácil, pero me gusta lo que hago y amo el ecuestre”.
En su casa, solo se respira ecuestre, su mamá Piedad es una entregada a la causa, nunca la abandona, con ella viaja a todas partes; David, su hermano es de los mejores en infantil y Víctor -su papá-, ya entró en la tónica, porque le costó entender, que esa es la vida familiar.
Y cierra con un “lo sacrifico todo por el ecuestre”