Cada familia fue llegando con un detalle especial para recibir a los campeones. Abuelos, tíos, primos, hermanos, amigos, profesores y padres de los deportistas hacían su aparición con bombas, banderas, flores, carteles de bienvenida, pitos, trompetas, ninguno quería perderse el abrazo, el beso y la foto con los medallistas.
Con el anuncio del arribo del avión, proveniente de Panamá, donde se desarrollaron las Terceras Special Olympic Latinoamericana, cada uno tomó posición en la calle de honor frente a la puerta de salida que se mantuvo abierta y por la cual uno a uno los pasajeros del vuelo 1313 de Viva Colombia fueron saliendo.
Y no era para menos, pues los colombianos lograron 13 oros, 16 platas y 10 bronces, en el certamen efectuado por la organización que integra a los deportistas de 170 países.
Por ello, los pitos y los gritos se activaron durante los 40 minutos más largos de la noche. Ansiosos preguntaban a los pasajero por los chicos. ¿Dónde dejaron a los campeones?, era la pregunta constante. “Ya vienen”, “están de últimos”, “vienen felices”, “cantaron durante todo el viaje”, fueron las respuestas. Y así cada pasajero pasó por aquel pasillo multicolor, hasta la tripulación desfiló y recibió el aplauso y la gratitud por traer a los campeones.
Y de repente los auxiliares del aeropuerto cerraron la puerta, más espera, más expectativa, el vidrio opaco no dejaba ver nada. Todos en silencio trataban de alertar sobre cualquier sombra o movimiento, hasta que una gran sombra se notó al otro lado, ahí están gritó alguien y los pitos los aplausos y los vivas se escucharon. La puerta se abrió y allí estaban ellos, los 37 deportistas con su uniforme blanco y azul, su sombrero vueltiao y las medallas en su cuello.
Felices repartieron besos, abrazos, sin importar a quien (hasta a nosotros, los tres periodistas que llegamos a recibirlos nos privilegiaron con su dulzura).