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El heptacampeón de F-1 Michael Schumacher cumplió 49 años, un aniversario que inclina más al recuerdo que a la celebración a los admiradores de un ídolo irrepetible, al que un accidente de esquí apartó de la vida pública hace cuatro años.
El mito de Schumacher sigue presente entre sus compatriotas alemanes, sea a través de los mensajes que cuelga en su cuenta oficial en Twitter su “administradora” y exmanager, Sabine Kehm, o a través de la carrera de su hijo, Mick Schumacher, de 18 años y piloto de Fórmula 3.
Puntualmente aparece también en los medios su hija Gina Maria, de 20 años y consagrada a la equitación.
El puntal de su existencia es Corinna, su esposa desde 1995 y madre de Mick y Gina Maria, quien comparte con la manager Kehm la tarea de representar a su marido en actos públicos, honores o galas benéficas. Son muchas las conjeturas que han tenido que frenar, sea sobre supuestas mejoras, un deterioro fatal en su estado o dificultades financieras de la familia para hacer frente a los enormes gastos de su atención.
No ha circulado ni una foto del expiloto alemán desde la caída en la estación invernal de Méribel que le produjo un traumatismo craneoencefálico, le dejó en coma durante seis meses y luego en estado vegetativo.
Su salud sigue siendo un asunto privado, por fuerte que haya sido la presión mediática. Y su cumpleaños 49 en la misma oscuridad de los últimos 4 años