Por john Eric Gómez Marín
La sensación de estar plenos, motivados, y el disfrutar de lo que hacen, son los principales motivos por los que Luis Miguel Álvarez y Juan David Bustamante le dedican gran parte de su vida al taekwondo.
Ellos, junto a Isaac Mateo Vélez, lograron la medalla de oro en las katas libres (figuras con las que se expone el deporte) de los pasados Centroamericanos y del Caribe.
Isaac Mateo ha estado más expuesto a los medios, y es una gran realidad del taekwondo antioqueño, pero Luis y Juan son una grata aparición.
Luis tiene 21 años y llegó al taekwondo después de ensayar otras disciplinas deportivas. “Arranqué en un programa de iniciación deportiva de Comfama en el que hacía natación y gimnasia. Al ver que no me gustó, sobre todo, la piscina, mis papás decidieron meterme a las artes marciales y empecé con el hapkido”.
Luego, a los 15 años, conoció al maestro Leandro Rodríguez y él lo enganchó en el taekwondo. “En esta disciplina se me abrieron las fronteras, supe que existían mundiales, campeonatos, que uno puede llevar el cuerpo al límite”.
Dice que este deporte le ha aportado constancia y confianza a su vida.
“Curso octavo semestre de Actividad Física y Deporte en la Universidad Luis Amigó y toda esa experiencia empírica la he llevado a la parte teórica, es un complemento ideal”.
Es hijo único de Beatriz Castaño y Jhon Darío Álvarez, quienes han sido su mayor motor para llegar lejos.
“Ellos nunca me han dicho que no soy capaz de lograr nada; por el contrario, siempre me alientan, pero cuando ven que me levanto tan temprano, que todo el día me voy para un coliseo a entrenar, me aconsejan descansar un poco, que haga también otras cosas y pase más tiempo con ellos, pero lo entienden y me han apoyado demasiado”.
Beatriz dice que lo que más admira de él es que es un joven muy juicioso. “Todavía atiende a sus padres, acata la norma, es muy disciplinado y tiene muy claro qué quiere”.
Su papá, Jhon Darío, afirma que Luis tiene una perseverancia inigualable, y algo que perdieron los jóvenes de hoy en día, “no le da pereza nada”.
En el poco tiempo libre que tiene, lo dedica a la lectura, pero referente a lo que ama, también ve videos de los mejores taekwondogas del mundo. “Me gusta salir mucho con los compañeros con los que entreno, como Isaac, David, Valeria, Stefanía, Karen y el profe Leandro. Vamos a cine, hacemos cualquier actividad”.
Es tanta la cercanía con sus compañeros que de ahí surgió el amor y Valeria Bravo se convirtió en su novia. “También hacía hapkido y nos conocemos de toda la vida, ya llevamos cuatro años de novios”.
El momento más difícil lo padeció en 2014 cuando se preparaba para ir al Mundial, pero por algunos problemas de respaldo, ese sueño quedó frustrado. “Por cosas externas no lo pude hacer, pero todo en la vida se compensa y vino ahora la medalla de oro en los Centroamericanos”.