No hay nadie que disfrute más de unos frijoles con chicharrón como César Augusto Serna. Al menos eso expresa él. Pero tampoco hay alguien que se goce más las cuatro horas que le dedica, al día, a la práctica del boccia.
Desde hace 12 años, cuando la Liga de Discapacidad de Caldas abrió el programa, el deportista, que sufre de una parálisis cerebral con descoordinación en sus extremidades, se inscribió a esta disciplina terapéutica que llegó al país en el 2000 y comenzó en Antioquia y Bogotá.
Gracias a la forma en que esta práctica desarrolló su inteligencia, su cálculo y, sobre todo, su felicidad, se dedicó de lleno, entrenando martes, miércoles y jueves en su natal Manizales. Y participando en la categoría BC3 (usan canaletas por el impedimento en sus cuatro extremidades), se ganó un oro en el pasado Nacional de Cúcuta y un bronce en los Paranacionales de Cali, pero por parejas.
En la cita que culminó ayer en Medellín no figuró como quería. “Estuvo muy nervioso y no pudo desarrollar ese juego largo que lo caracteriza”, expresa María Teresa Melo, la encargada de acompañarlo en estos torneos.
Es precisamente ella quien lo baña, lo viste, lo lleva de un lado a otro y lo trata como a un hijo, puesto que la confianza depositada por los padres, que viven en Manizales, es grande. “Es desgastante, pero uno aprende a querer a estos muchachos como a un hijo”.
Con todos estos acompañamientos, César se levanta todos los días con ganas de superar las adversidad a partir del lanzamiento de esas bolas que llevan sus sueños, esos que incluyen conocer a Cristiano Ronaldo, uno de sus ídolos, y ver a su Once Caldas campeón en el estadio Palogrande.