Sereno, lúcido, con muchos recuerdos vivos, hablando lo necesario y apreciando lo que alguna gente ha hecho por él en los momentos más críticos de su vida. Ese es el Antonio Cervantes Reyes de hoy.
A punto de cumplir 72 años -23 de diciembre venidero- y manteniendo la imagen de ser el mejor pugilista colombiano de la historia, difícilmente superada por alguien que venga, Pambelé, contrario a lo que podría pensar mucha gente que fue testigo de excepción de sus desórdenes varios años atrás, luce bien tanto física como mentalmente.
¿Qué se había hecho ese Pambelé que conocimos y que estaba desaparecido?
“He estado bien, tranquilo, con la familia, allá en Turbaco; feliz; ya casi no salgo y cuando lo hago siempre voy con mi hijo José Luis”.
Ya es abuelo, ¿qué tal esa vida?
“Sí, sí, muy buena, ahí aguantándome a los pelaos (sus nietos, con quienes vive en su casa finca La Mancandona), juego mucho con ellos”.
¿Enseñándoles a tirar golpes o qué?
“No, a jugar con el balón de fútbol, es lo único que les gusta; me toca para entretenerme y estar con ellos”.
Semejante boxeador que fue usted y ninguno -ni siquiera alguno de sus once hijos- salió boxeador...
“Menos mal, el boxeo es un deporte muy duro y no es para todo mundo; eso de estar dándose golpes...”.
Y Carlina, su esposa, ¿está bien, aún lo soporta?
“Claro, Carlina me aguanta todo a estas alturas de la vida”.
¿Recordó este año la pelea del título (28 de octubre de 1972), como lo hace siempre?
“Esa pelea no es algo que se olvida así no más. Estaba bien preparado y aunque la iba perdiendo, pude vencer a un gran rival como Alfonso “Peppermint” Frazer en su propia casa (Panamá). Y que con ese triunfo le di el primer título mundial a Colombia”.
¿Ha vuelto a hablar
con Frazer, a quien usted derrotó dos veces?
“Hace rato no lo hago, fuimos grandes amigos, quedamos de amigos. La última vez que hablé con él fue hace más de diez años. Está bien”.
¿Y se encuentra o habla con regularidad con sus colegas de la época?
“Quedan muy pocos; de los primeros campeones mundiales que tuvo el país ya se murieron Rocky (Valdés) y Ricardo Cardona; soy afortunado de seguir viviendo. Hablo poco con los demás, de vez en cuando nos vemos por ahí en las calles de Cartagena; salgo poco”.
Sorprende su memoria...
“Es que pese a tantas peleas que realicé (106, con 91 triunfos) no cogí muchos golpes, me mantengo bien”.
Y se le ve casi en el peso de su época de peleador (140 libras), ¿cuánto pesa hoy?
“Estoy en 74 kilos (148 libras), muy cerca del peso de siempre; pero cuando me veo gordito dejo de comer”.
¿Va al gimnasio a mantenerse en forma o qué hace?
“Al gimnasio no; camino poquito, no mucho”.
¿Come de todo?
“Suave; ahora no se puede hacer eso, hay que cuidarse bastante”.
¿Le gusta pasear, viaja mucho aún?
“Nada, muy poco, solo cuando me invitan salgo”.
A propósito de viajes, ¿recuerda cuando iba a pelear al oriente lejano?
“Esos viajes tan largos y pesados, más de 25 horas metido en aviones, eran muy bravos; uno llegaba muerto y aún así siempre gané allá”.