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¿Carros eléctricos son tan ecológicos como los pintan?

No se duda de su contribución ambiental, solo que hay que leer la letra pequeña.

  • ilustración sstock
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28 de marzo de 2020
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Un total de 923 carros eléctricos se vendieron en Colombia durante 2019 y este tipo de motorización es la de mayor crecimiento en el país, además de ser líder en Latinoamérica en la matriculación de esta alternativa de transporte. Incentivos tributarios, la eliminación de las medidas restrictivas para su movilización y el circular de una manera limpia sin producir ni arrojar gases al aire que respiramos son los principales motivos para adquirirlos. “Estaba cansada de tener pico y placa, por eso me decidí por un carro eléctrico, solo me muevo en ciudad y además me preocupa el tema de la contaminación en Medellín. Mire no más como llevamos días con las estaciones en rojo”, dice Andrea Sierra, una joven diseñadora, propietaria de uno de estos autos.

Y son una opción muy importante en este momento, pero hay que abrir el espectro y revisar otros procesos que hay que mejorar.

Contaminan antes de rodar

La firma de investigación de mercados y consultoría Bernstein, con sede en Nueva York, publicó en 2019 un estudio comparativo sobre la cantidad de CO2 que emiten distintos tipos de vehículos según su motorización. En el apartado de autos eléctricos se tomó como base un Tesla Model 3, el más barato de este fabricante especializado en modelos “cero emisiones”. Se encontró que en todo su ciclo de vida útil (calculado en unos 10 años o 150 mil kilómetros) este carro produciría 27,1 toneladas de CO2 a la atmósfera. ¿Cómo?

La discriminación que se hace incluye la fabricación del combustible, en este caso la electricidad. Para este carro en todos sus ciclos de carga (cerca de 4.000), “fabricar” esa electricidad supondría que se arrojen 21,3 toneladas de gases tóxicos, sumándole la fabricación de la batería, que aporta 5,2 toneladas y el armado del carro en la planta, que produce 0,6 toneladas de C02. Lo que significa que mientras más capacidad tengan las baterías, mayor serán sus cifras de contaminación

Por el contrario, la misma firma analizó el proceso de creación y armado de un BMW 320i con motor a gasolina. El total de gases emitidos por este carro es de 22.8 toneladas de CO2, 4.3 toneladas menos que el Tesla eléctrico. La gasolina en su extracción y refinamiento (22,2 toneladas) y el proceso de ensamblaje del auto, 0.6 toneladas de CO2 son las que aportan las cifras.

“Ese estudio es ambiguo, pues si todas estas cifras se llevan también al día a día, es decir a la emisión de gramos de gases por kilómetro, el número ahora favorece al carro eléctrico, pues este solo produciría 71 gramos de CO2 por km, mientras el de gasolina emite 125 gramos en la misma distancia y por diferentes zonas geográficas. Es decir, contamina más en el día a día el de gasolina como es lógico, mientras el proceso de construcción del eléctrico fue el que produjo toda esa contaminación y en un solo lugar. Unas por otras. También debe mirarse donde se produce esa electricidad, en los países nórdicos por ejemplo lo hacen con fuentes limpias como el agua, mientras que en otras zonas de Europa este proceso es a través de plantas alimentadas por combustibles fósiles contaminantes”, dice el ingeniero eléctrico Mauricio Saldarriaga, estudioso del tema de los vehículos cero emisiones.

Hay matices

Y es que las fuentes de las plantas de producción de energía son muy disímiles, pues van desde carbón y petróleo, que son las más contaminantes, pasando por el gas natural, la energía solar y la geotérmica, hasta la eólica (producida por el viento), la hidráulica y la nuclear. “Por eso hay algunos países donde se puede producir más contaminación al obtener la electricidad como sucede en algunas islas del Caribe o el oriente medio como Irak. También en Europa del Este en lugares como Kazajistán o Polonia. En cambio, hay países que privilegian las fuentes limpias para la producción de energía como los mencionados nórdicos o los que tienen grandes hidroeléctricas como Paraguay con Iguazú, algunos de África y Canadá”, resalta el ingeniero Saldarriaga.

La clave para que los carros eléctricos sean realmente cero emisiones parece estar en la fuente de la producción de la energía que los mueve, pues mientras mayor sea su demanda más electricidad hay que producir, pero ojalá por medios más limpios, “El valor ecológico de los autos eléctricos se corresponderá cuando el mundo emigre hacia una cultura global que promocione las energías renovables y no tolere la contaminación”, dice el científico Michael Sivak, de la Universidad de Michigan, que también realizó un estudio al respecto con las mismas conclusiones.

En Colombia, el 64 % de la energía se produce con hidroeléctricas, el 33 % con Termoeléctricas (gas, petróleo, carbón) y el 3 % con energía eólica.

Las baterías, otra piedra en el zapato

La Universidad de Colonia, en Alemania, realizó un estudio del efecto contaminante que también tienen las baterías que alimentan las unidades de potencia de estos vehículos. Estas baterías, principalmente de litio, cobalto y manganeso, demandan un alto consumo de energía en su producción.

Incluso, las baterías también son enemigas del precio final del automóvil eléctrico, suponen un 30 % de su costo total por los materiales, que van desde el mencionado litio hasta metales como el oro y las denominadas tierras raras como el escandio, el cerio y el itrio.

Su extracción exige grandes movimientos de tierra y por ende, el uso de maquinaria pesada movida por combustible Diesel que arroja grandes emisiones de oxido de nitrógeno, otro gas contaminante.

“Otro problema radica en que el ensamblaje de las celdas y las baterías se hace de una forma que aún no está muy automatizada, a veces con un consumo de electricidad muy alto. Pero si se sustituyera esta electricidad por energías renovables se contribuiría a eliminar la llamada huella de carbono, porque seguramente la demanda crecerá con el paso del tiempo y los niveles de contaminación aumentarán” apunta el ingeniero Mauricio Saldarriaga.

Hay esperanza

La fabricación de baterías es un proceso que tiende a mejorar con el paso del tiempo, pues un reciente estudio de la Comisión Europea de Energía publicado a finales de 2019 indica que el impacto medioambiental que implica producir un acumulador de energía actualmente oscila entre 61 y 106 kilogramos de CO2 por kWh, una cifra que es mucho menor a las que se registraban a mediados de la década anterior.

También el uso de materiales reciclados y materiales nuevos menos contaminantes podría reducir las emisiones en la fase de fabricación. Incluso cuando los vehículos eléctricos utilicen baterías más grandes para aumentar su autonomía, el resto de las mejoras aumentará sus ventajas durante todo el ciclo de vida respecto a los vehículos con motor de combustión interna.

Fabricantes como Tesla están investigando desarrollos sobre baterías de iones de litio que podrían durar incluso más que el mismo carro, pues están pensadas para resistir casi un millón y medio de kilómetros perdiendo solo un 10 % de su capacidad de carga. Actualmente una batería de alta gama puede tener unos 450.000 kilómetros en su vida útil.

Esta nueva generación de baterías de larga duración podría suponer un alivio para los vehículos eléctricos de servicio público como taxis y buses y para camiones comerciales.

10
años o 150.000 kilómetros es la vida útil de un vehículo eléctrico.
450.000
kilómetros es la vida útil de una batería eléctrica de alta gama.

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