En la mañana del 24 de enero se leyó en una notaría de Roma, Italia, el testamento de la actriz Gina Lollobrigida, una leyenda del cine europeo. La lectura del documento les deparó una sorpresa a sus familiares: la artista –recordada por su papel en la película Salomón y la reina de Saba– le dejó la mitad de sus bienes a Andrea Piazzolla, el joven que fue su asistente en los últimos años.
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El patrimonio de Lollobrigida consta de una villa en la exclusiva Vía Appia de la capital italiana, donde residía, así como joyas, obras de arte y una colección de cien ánforas etruscas que ha donado al Estado italiano, según avanzan los medios locales. Sin embargo, el reparto ha vuelto a enfrentar a la familia de Lollobrigida, su hijo y su nieto, Dimitri, así como su exmarido, el empresario español Javier Rigau, con el joven asistente.
Los familiares le han denunciado ante el Tribunal de Roma por “aislar” a la actriz, aprovechándose en los últimos tiempos de, según ellos, su supuestamente precario estado mental, y de dilapidar su fortuna, creada tras su dilatada trayectoria artística.
Tan es así que lograron que un juez designara un tutor para velar por su patrimonio a pesar de la férrea oposición de la diva, que siempre aseguró ser plenamente consciente de todo y defendía a su asistente, al que consideraba públicamente como un “ahijado”.
Piazzolla vivía con ella desde que entrara a su servicio en 2015 y la ayudaba en su día a día, incluso satisfaciendo sus deseos, como cuando en la Navidad de 2018 llenó su jardín de nieve artificial e hizo desfilar a Papá Noel para llevarle sus regalos.