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A comer parvita en el trabajo

23 de enero de 2009
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Bien lo decían los antiguos: hay que comer para vivir y no vivir para comer. Porque los alimentos son la gasolina del cuerpo; los que permiten el trabajo, el estudio, el juego, en fin, la vida.

Y durante las jornadas laborales también hay que comer. No tanto como para que nuestro puesto de trabajo, el escritorio, la carretilla de las ventas, el banco del taller o la máquina, se confundan con el cafetín de la empresa, pero sí comer algunas porciones de alimento que permitan que uno no se enferme, lo cual puede que no ocurra de un momento a otro, pero sí al cabo de un tiempo como resultado de meses de descuido.

En esto coinciden las nutricionistas Doris Pareja y Magnolia Escobar, ambas de la Clínica Las Américas.

También, en que el mínimo de comidas diarias es tres, aunque lo ideal es que sean cinco, más fraccionadas. A quienes sí obliga más esto de las cinco comidas -en promedio una cada dos horas y media o tres- es a las personas que padecen de hipoglicemia, colesterol o triglicéridos altos, diabetes...

Los trabajadores deben comer bien en sus casas y consumir refrigerios durante la labor. Uno en medio de dos comidas fuertes, es decir, practicar lo que anteriormente se llamaba la mediamañana y el algo. Y los que trabajan de noche, la merienda.

Un desayuno adecuado, es decir, con equilibrio de nutrientes, contiene jugo -que bien puede ser de naranja-, una bebida con leche, proteína (queso, huevo o una porción moderada de carnes frías), harina y cereal (arepa, pan, pancakes o corn flakes).

El almuerzo ideal es el que incluye carne, ensalada, harinas, jugo natural. Las nutricionistas no recomiendan una sobremesa con leche, puesto que esta bebida debe consumirse en otro momento distinto al de la carne.

Para evitar la fatiga
Y entre comidas, uno debe consumir un refrigerio. Si en la empresa los trabajadores tienen permiso de ir a la cafetería o al comedor, es mejor hacerlo. Si no, en el mismo puesto de labores debe destapar con toda confianza -a la mitad de la mañana y de la tarde- una fruta y una harina. Si no le gustan mucho las frutas enteras, así como vienen del árbol, puede ser un jugo. La harina bien puede ser un paquete de rosquitas, que tanto deleitan, o un pan o pastel.

Estos elementos evitan la fatiga, la bostezadera y hasta el aliento pesado que sufre la persona al final de la mañana o de la tarde, renueva energía, y entretiene los jugos gástricos descomponiendo alguna cosa mientras llega el alimento fuerte del almuerzo o la cena. Evita la gastritis.

Las nutricionistas dicen que quienes creen que la mediamañana o el algo puede ser una gaseosa con empanada, por ejemplo, están exagerando; esto es mucho. Y si bien evitan la gastritis, pueden producir sobrepeso.

Tomar agua es conveniente porque ayuda la digestión y la hidratación. La cantidad adecuada es de unos ocho vasos de agua, equivalentes a un litro y medio. En esta cantidad se suma tanto el agua sola -normal o saborizada- como la que está en sopas y jugos. Tomar más de dos litros de agua al día también es dañino porque hay vitaminas hidrosolubles, es decir, que se las lleva disueltas la corriente del agua que ingresa y sale del organismo.

En fin. Hay que comer en el trabajo. No mucho, pero hay que comer.

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