Queridos Luis (pero no de los de Francia, que según Jacques Prevert no supieron contar hasta veinte), me ha hecho usted pensar sobre América Latina, sur-continente este bastante escaso en tolerancia y abundante en enredos; cosas de la selva y el monte, supongo. Su ponencia en el Seminario internacional de identidad latinoamericana, celebrado en la Universidad Pontificia Bolivariana, armó un cierto escándalo que hizo tragar en seco a ideologizados y gente siqueiriana (de Siqueiros, el muralista mexicano) que, exigiendo pluralidad, se enfrentan contra todo lo que no les gusta oír. Bueno, esto hace parte de la contradicción latinoamericana que viene a ser una especie de identidad; nos reconocemos porque no nos entendemos. Y porque reaccionamos en contra (sin hacer muchas averiguaciones), quizá por la historia de tanta picadura y bichos raros. Síndrome pulgoso.
España, Plaza Mayor de Hispanoamérica (nombre de su trabajo), plantea lo evidente. Sin España (le debemos buena parte de la cultura, nos guste o no), no seríamos nosotros sino aztecas, incas o caribes, gente también flechera y empuñadora de puñal. Pero la realidad es que no lo somos (al menos la mayoría) y por eso se desconocen a fondo lenguas como en náhuatl, el quichua y el taíno, que deben ser muy interesantes aunque carecen de escritura, salvo el quichua que se escribía en tiras de colores llamadas quipus. Pero esto viene poco al caso. Lo cierto es que pensamos como españoles (les heredamos hasta los errores y los horrores), pues al hablar la lengua de Castilla se contrajeron la historia, las creencias, los refranes, muchas sopas y delirios. El yo y mis circunstancias, como dice José Ortega y Gasset.
Excluir a España de América Latina es como marginar a Inglaterra de los Estados Unidos. Y viceversa. En estos casos (como en los viejos matrimonios) es hasta que la muerte haga la separación. Así que su ponencia, querido Luis Fernando Fernández Ochoa (con un apellido castellano-judaizante y otro muy vasco) tiene que ver con la conducta de un hombre digno: le reconoce al otro lo que le debe y no paga haciendo mala cara. Y este es el problema latinoamericano, que cobra y paga mal, y busca la originalidad siendo copia de un original borroso, de una especie de palimpsesto donde lo de abajo no borra por más que se quiera. Que yo sepa, no se puede nacer negando la mamá. Y ésta no puede negar que hubo un papá. Luis Castrillón, encargado de la logística del seminario, acotaría: es que no puede decir ni mu.
Luis Fernando Fernández Ochoa nació en Envigado, fue amigo de don Julián Marías, es doctor en filosofía de la Universidad de Salamanca y ejerce como director de la Facultad de Filosofía de la UPB. Nunca deja pagar, así que él es el que paga.
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