A los altos niveles de violencia que afectan muchos de los barrios más pobres de la ciudad, se suma, perversamente, el suministro de poderosas y sofisticadas armas que los traficantes están trayendo.
Pistolas y fusiles de última generación, con miras láser, en materiales (polímeros) incluso no detectables por algunos escáner.
Esas armas, infortunadamente, acaban de acentuar las guerras entre combos y le dan respaldo al crimen organizado. Muchas superan, en valor unitario, los 15 y 20 millones de pesos. Provienen de países y armerías distantes, pero ya están aquí, haciendo daño.
Ojalá continúen los golpes de la Policía en un terreno plagado de peligrosos mercenarios.
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