La guerrilla, fuerza desestabilizadora que se creía herida de muerte, da muestras de que está recuperando parte de su poder perdido.
El pasado fin de semana, con cifras de la Vicepresidencia de la República, uno de los representantes de la bancada del Gobierno en el Congreso, sostuvo que 339 municipios están sintiendo, de nuevo, el asedio guerrillero. Denuncia de máxima gravedad. No podemos olvidar un pasado no lejano cuando la mayoría de los alcaldes tenía que dirigir sus pueblos desde el exilio y el país en pleno permanecía secuestrado en las ciudades.
¿Tendrá que ver la arremetida guerrillera con los anuncios del Gobierno de que habrían aparecido las llaves que abrirían las puertas al diálogo con una organización que se oxigena con actos de terror y el poder del narcotráfico?
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