Pudo haber sido en cualquier barrio de Medellín. En la comuna 8, en la 13 o en la 14. La tranquilidad de los vecinos, la intimidad de sus viviendas, se ve violentamente vulnerada por bandas criminales que no tienen límites para su ferocidad vengativa. Lo sucedido esta vez en el barrio Castropol sería cinematográfico, si no implicara un riesgo mortal para los ciudadanos decentes, y si no llenara de zozobra la vida pacífica de la comunidad.
Asaltantes con uniformes de la Sijín, fusiles de asalto, esparciendo tachuelas para cubrir la huida y aceite para causar accidentes de la autoridad en la eventual persecución. Los atacados, disparando y saltando al vacío por las ventanas, en escenas de cruda violencia. Escogen barrios tranquilos para planear y esconder sus fechorías. Eso sí: plausible la actuación, rápida y eficaz, de la Policía. La esperamos de igual forma de la Justicia.
Pico y Placa Medellín
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