Más de cinco mil entradas a páginas de pornografía en internet descubrieron ingenieros de sistemas cuando buscando la causa de la lentitud de los computadores, se metieron a investigar la red de la Cámara de Representantes.
Si bien esa malsana costumbre de mirar pornografía sucede en muchas instituciones, públicas y privadas, sí se ve muy mal que sea tan prolífica en una de las corporaciones más sagradas e importantes del país. Además del cuestionamiento a los valores que implica esta práctica, el tiempo que gastan los empleados en mirar pornografía es incontable, en detrimento de los resultados que deben tener.
Ojalá este escándalo sirva para corregir esa situación. En el Congreso (y en todas partes) los computadores deben ser para trabajar y no para el morbo.
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