Niños corren por las verdes praderas. El preescolar es lo más parecido a un mítico edén. Las casitas azules con corredores y chambranas pintadas de azul y café, dibujando en el paisaje las que fueran las fincas cafeteras, son un refugio en el que los niños se sienten bien para estudiar.
En los salones de paredes pálidas, los colores los hacen los muebles y las sonrisas de los niños. Unos ríen, otros guardan silencio, pocos lloran -una niña que se cae por torpeza, otro varoncito se rasca los ojos llenos de lágrimas-.
Quienes caminan hoy por el Preescolar Carrizales son una generación lejana de esa que empezó hace 25 años, esa que construyó, sin saberlo, una educación infantil diferente. Desde hace 15 días en la institución están celebrando estas bodas de plata, que justamente se cumplen mañana 31 de octubre.
Carrizales es diferente de muchos otros lugares en los que niños, en esa etapa que los pedagogos, psicólogos, médicos, en fin, académicos, han llamado la primera infancia, reciben sus primeras instrucciones para defenderse en la vida: afinar la motricidad, distinguir semióticamente las formas y afincar al menos el sentido común en la razón.
Por los corredores que evocan otros tiempos y por esos pastizales que dibujan tímidas montañas, rotan los niños. Ellos no se mantienen inmóviles. La institución tiene un proyecto pedagógico producto años de trabajo e investigación.
Laboratorio, gimnasio, salón de foniatría, salón de inglés, salón literario, de música, de arte, casita de juguetes, arenero, espacios verdes para afinar el circuito neuromotor. Los estudiantes tienen todo esos espacios para conocer el mundo, para desarrollar su cerebro de la manera más adecuada.
Y están las profesoras, ayudantes e instructores, todos ellos detectives, investigadores de inquietudes y afinidades de los niños. Entre ellos están María Paula Jaramillo Toro y Fátima Vergara profesora, profesoras de prekínder y kínder, las dos, y el resto, mantienen atentas de lo que los estudiantes hablan, de lo que quieres, de lo que los inquieta, hasta por las tardes en la casa se sientan a ver que es lo que dan en Discovery Kids y Disney.
Docentes detectives
En Carrizales se trabaja por proyectos, no hay unidades, ni logros. Por ejemplo, un día varios estudiantes empiezan a hablar de los dinosaurios, porque lo vieron en un programa de televisión o porque hay una exposición en la ciudad, así las profesoras, en su rol de detectives, detectan eso y vuelcan todas las áreas para hablar del tema, para profundizarlo.
Las profes han visto como los niños empiezan a interesarse por los temas de esa manera, la investigación y la lectura les interesan casi espontáneamente, "los mismos padres quedan sorprendidos al ver el conocimiento que obtienen sus hijos en áreas específicas del conocimiento", acotan las dos profesoras.
María Mercedes Villegas, directora general del Preescolar Carrizales recuerda que la institución surgió debido a un anhelo que tenían maestros y padres de familia que conformaban en ese entonces la Asociación para la Enseñanza (Aspaen), quienes querían que los menores tuvieran una formación integral.
Después de 25 años, la directora confiesa que la gran fortaleza que tienen en Carrizales, más que los proyectos y las salas temáticas es la formación que se hace de toda la comunidad educativa, pues lo que se hace es un acompañamiento a toda la familia.
Y es que aunque reconocen que los padres del presente cada vez están más ocupados y tienen más responsabilidades, hay que involucrarlos para que la educación sea continua, para que desde el preescolar y desde la casa le estén apuntando a los mismos blancos.
Con más de 300 estudiantes entre los 0 y los 5 años y dos jornadas académicas, la tarea no es para nada fácil. A los más pequeños tienen que alimentarlos, cambiarles los pañales y hacer todo lo que se haría en las casas.
Los más grandecitos fluyen con mayor espontaneidad y más si su formación ha estado allí desde que era unos bebés.
Parece que no se cansan, que el mundo para ellos apenas abre sus flores y ellos son unos expedicionarios que tienen sed de conocimiento, de aventura, y para eso está Carrizales, un edén en una de las colinas que miran a Envigado desde el cielo.
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