Reconozco la importancia del oficio periodístico. Incluso me da algo de envidia saber la pasión con la que muchos colegas suyos viven su profesión. Es más, los admiro. Tanto como admiro a los militares colombianos. Tanto a los unos como a los otros, periodistas y militares, les ha tocado vivir de cerca períodos muy violentos en Colombia. Es más, en algunas zonas del país, la nula presencia militar y estatal, en todos los ámbitos, provocó el desarrollo de grupos paramilitares al margen de la ley.
La gran mayoría de colombianos rechazamos las acciones violentas de esos personajes. Nos han hecho mucho daño. Cometieron muchísimas injusticias bajo el pretexto de ser, paradójicamente, quienes debían impartir justicia en las zonas donde actuaban. Por eso es inaceptable también que haya periodistas, como usted, que a falta de una gran eficiencia y eficacia de la justicia colombiana se hayan convertido en parajueces. Irresponsables personas que se creen poseedoras de la verdad absoluta, de la más alta moral y de una ética intachable.
Si cree usted tener las pruebas que publica cada semana, le hago un par de preguntas: ¿por qué no las presenta a las autoridades competentes?, ¿acaso es usted juez de la República como para impartir justicia desde su columna semanal? Las armas no son las únicas que hacen daño a la sociedad. Las palabras irresponsables también lo hacen. Y mucho. Como muchas de las que usted escribe. Solo basta con leer los comentarios que se encuentran en la versión electrónica debajo de su columna. Ese odio, esa tirria que observo en cada uno de ellos me lleva a concluir que se ha convertido usted en el jefe de los parajueces.
Espero que me responda a las preguntas que le hago a la dirección: pagudelor@hotmail.com
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