La Ley que declara Casablanca, la casa en que vivió la pintora Débora Arango, "bien de interés cultural de la Nación y casa museo", sirve para conseguir que no la tumben. Pero no permite concretar la idea de que, efectivamente, sea museo de uso público.
Débora Arango, la artista femenina más importante de la historia colombiana, murió al mediodía del domingo 4 de diciembre de 2005. Ese día, las puertas se abrieron para sacar el féretro y volvieron a cerrarse, no se sabe hasta cuándo. Porque por ahora no se vislumbra la posibilidad de que los aficionados al arte, de Envigado y del mundo, puedan entrar a ese caserón de muros blancos y puertas azules. El misterio que rodeó esa casa en vida de la artista, se perpetúa después de su muerte.
Casablanca es propiedad privada y casa de habitación. Cecilia Londoño de Estrada, sobrina de Débora Arango, no heredó esa casa, pero la adquirió mediante compra directa a Débora y a su hermana Elvira, dos años y medio antes de que la pintora muriera.
En contraste, hace más de un año, desde el 24 de noviembre de 2009, existe una Ley de la República que declara Casablanca "bien de interés cultural de la Nación".
El 24 de diciembre de 2008, en el Diario Oficial 47.183 del Congreso de la República, apareció publicada la Ley 1248, mediante la cual la "Nación rinde homenaje a la pintora Débora Arango Pérez y se declara museo y bien de interés cultural de la Nación la casa en que vivió".
Esa Ley, propuesta por el representante William Vélez Mesa, indica que, a partir del momento de su publicación, el caserón de estilo "vagamente republicano", como lo clasifica en un ensayo el comentarista de arte Santiago Londoño, construido en un año impreciso del decenio de 1870, se llama "en adelante Casa Museo Débora Arango Pérez".
Héctor Londoño Restrepo, ex alcalde de Envigado, considera que el Municipio debería adquirir el inmueble, puesto que la figura de Débora Arango es importante en la cultura envigadeña, así como en la de la región, el país y el mundo. Comprándolo "es la única manera en que se puede garantizar que va a estar al acceso del público -dice Londoño Restrepo-, para que éste disfrute del arte no solo de la artista sino de otros maestros de la plástica internacional". Considera que Débora Arango representa un aporte en el desarrollo social, político y cultural de la mujer y de las artes.
El dirigente cree que al Municipio le haría bien adquirirlo para "proyectar adecuadamente la obra de Débora, al tiempo que se contribuiría a mejorar la imagen de la localidad".
Está convencido de que hay buen ambiente para ese propósito y que, actualmente, los dirigentes políticos son más conscientes de la necesidad de preservar el patrimonio que antes.
De esta manera alude tácitamente a ejemplos infortunados del pasado. Uno de ellos es el de la casa natal de José Manuel Restrepo Vélez, llamado el Padre de la Historia de Colombia. Un personaje importante en la construcción de la República. Fue declarada Patrimonio Cultural de la Nación. No obstante, por más que los integrantes del Centro de Historia de Envigado y otras personas invitaran a la recuperación de la casa, de nada valió. Consiguieron la anulación de la declaración del inmueble como Patrimonio y, después de esto, la destruyeron para ampliar vías y construir un centro ejecutivo. Al parecer, las obras de Metroplús se llevarán el último pedacito que queda de la propiedad, un solar encerrado en muros de ladrillos, el mismo que el Centro de Historia solicita le otorguen para construir allí su sede, en honor al Padre de la Historia de Colombia.
Por situaciones como esa es que Vedher Sánchez Bustamante, escritor envigadeño, dice no ilusionarse con una declaratoria de bien de interés cultural de la Nación para Casablanca.
"Son otros tiempos -sostiene Londoño Restrepo-. Mientras hace años no había madurez ni conciencia de la importancia del patrimonio, hoy sí la hay".
Le enviamos un cuestionario sobre estos temas a Cecilia Londoño, sobrina de Débora y propietaria de Casablanca. Ella respondió con una frase: "me acojo a todo lo que emite Juan Luis Isaza Londoño, del Ministerio de Cultura".
Mientras tanto, por fuera de aquellas paredes, los admiradores de la obra de Débora seguirán esperando el día que puedan entrar a Casablanca.
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