El ambiente en Holanda es increíble. La gente está que se enloquece en las calles y se le ve una alegría y espontaneidad que en un país como este, donde la gente de por sí es fría y todo es tan calculado, es difícil creerlo.
En la calle se ven niños y adultos, holandeses o expatriados, todos vestidos de naranja. Me siento afortunada de estar aquí en estos momentos y poder vivir esta experiencia. Dios quiera que sigamos hasta la final.
En todo Holanda siguen a la Selección en sus casas, pero también en pubs y en pantallas gigantes, más que todo los jóvenes. Escuché que algo así como seis millones de personas vieron el partido desde sus casas el lunes pasado, con otros dos millones que lo apreciaron fuera de ellas y, pues siendo un país de tan solo 16 millones de habitantes, es bastante. Quién sabe cuáles fueron las cifras de Brasil, pero se predecían no sé cuántos récords de audiencia.
Nadie quería que jugara con Brasil, deseaban que fuera en la final. Acá, Brasil y mejor equipo del mundo son sinónimos, entonces les hubiera gustado llegar a la final contra ellos, pero esta vez la final fue anticipada para que celebre todo el pueblo.
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