El galanismo murió con el caudillo. Al menos como movimiento político, porque su legado fue sembrar la semilla de acciones venideras contra la corrupción y la lucha frontal contra el narcotráfico por su infiltración en la política nacional.
A Luis Carlos Galán, como jefe del Nuevo Liberalismo, sus antiguos partidarios y otros dirigentes le reconocen como mérito y sacrificio ser el primero en denunciar de frente y con nombres propios la influencia de la mafia y sus "dineros calientes" en la política y la sociedad colombiana.
Así lo recuerda tras 25 años del magnicidio el dirigente conservador Alberto Velásquez, a quien conoció en la primera campaña presidencial (1982). "Esa en la que sus tesis renovadoras y de modernización de los partidos dividieron al liberalismo e impidieron la segunda presidencia de Alfonso López Michelsen y el triunfo de Belisario Betancur ", afirma.
Esas ideas marcadas por enarbolar la "ética", destaca Velásquez, influyeron para que "el galanismo ganara influencia en las juventudes y militantes de otros partidos en todo el país, desencantados con el manejo de estas colectividades, que se volvía anacrónico y sectario".
A su visión se atribuye comenzar a hablar de descentralización administrativa y elecciones populares de alcaldes y gobernadores.
Velásquez considera que, al igual que con caudillos como Jorge Eliécer Gaitán, Laureano Gómez o Gilberto Álzate Avendaño, "su ideología muere con ellos y por eso el galanismo en Colombia se diluyó y sus dirigentes desaparecieron".
Eso sucedió también en Antioquia, a juicio de Jorge Alberto Giraldo, Decano de la Escuela de Ciencias y Humanidades de la Universidad Eafit.
Asegura que hasta 1988 el Nuevo Liberalismo "era un movimiento muy bogotano, una disidencia pequeña, pero con líderes de mucha ascendencia dentro del liberalismo como Carlos Lleras Restrepo y muestra de eso también fue su influencia sobre la ideología editorial del periódico El Espectador. Todo eso les dio mucha visibilidad".
Giraldo ve en personas como Iván Marulanda y María Emma Mejía las figuras del galanismo en Antioquia, pero coincide en que "tras el asesinato de Galán, por su mismo caudillismo, el movimiento desapareció con su muerte".
No así su legado. "Su coraje y mensaje calaron en la sociedad para comenzar a exigir la ruptura de la influencia del narcotráfico en la vida institucional". Y desde entonces comenzó el mito, que alienta a muchos colombianos a repetir que el país hubiera sido mejor si las balas no hubieran impedido a ese caudillo gobernarlo.
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