Nos parece insólita e inconveniente la reglamentación del Ministerio de Salud sobre la cremación de cadáveres, que empezará a regir desde el próximo mes de mayo: No sólo prohíbe realizarla antes de 24 horas después del deceso, sino que también obliga a que se haga en ataúd, lo que le impone a los deudos mayores costos. Esta absurda medida implica más horas de los cadáveres en las salas de velación, así como compras de cofres, los que hasta ahora se alquilaban. Además, la rebuscada normatividad conlleva otro daño ecológico para el ya maltrecho planeta. Sin embargo, lo más criticable no es la mayor inversión económica ni los perjuicios ambientales, sino la falta de respeto con los familiares y amigos, quienes al recibir las cenizas de sus seres queridos, las verán mezcladas con las de la madera de los ataúdes. ¡No hay derecho a tanta miopía y desconsideración!
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