Desde que comenzaron los registros exhaustivos de los pasajeros en las 93 estaciones del metro de Pekín, el pasado 29 de junio, la policía ha detenido a 39 personas, requisado cerca de dos millones de pasajeros y 3.400 objetos ilegales.
Los pasajeros que incumplan la ley pueden permanecer detenidos hasta un máximo de 15 días y un mínimo de cinco.
La mayoría de los objetos requisados fueron líquidos inflamables, pinturas o vino, y de los pasajeros que fueron objeto de escrutinio, sólo 2.000 se negaron a someterse al pertinente control, optando por abandonar las instalaciones de la red de metro.
Con perros policías, máquinas detectoras de metales y rayos X, los agentes de seguridad registran a los espectadores y sus bolsas, y obligan a beber a aquellos que acceden a los subterráneos con algún líquido.
Pekín se ha tomado muy en serio la seguridad de cara a los Juegos Olímpicos, hasta el punto de que la considera su prioridad máxima a pesar de las incomodidades que está haciendo sufrir a sus ciudadanos.