La fallida operación contra Alfonso Cano va a ser una de muchas. Un bombardeo a un campamento ya no da el resultado de alto valor que buscan las Fuerzas Armadas. Desde la muerte del 'Mono Jojoy' la historia campamentaria de las Farc terminó. Sus líderes hoy andan en pequeños grupos y solo una operación de infiltración exitosa da con el resultado que se busca.
Parte del crecimiento en capacidad extorsiva y de sabotaje de las Farc se debe a ese cambio. Los anillos de seguridad de 'Jojoy' y de 'Cano' han sido dispersados y enviados a las distintas regiones a buscar financiación y reagrupar capacidad de operación. Gran parte del alarmante crecimiento de la extorsión en el Meta y Caquetá se debe a ese centenar de guerrilleros liberados de la labor de seguridad y ahora dedicados a otros temas terroristas.
Con la muerte de 'Jojoy' la amenaza terrorista se transformó. La definición de alto valor debe cambiar también. Cano, muy importante en la organización, busca trasladar el eje de las Farc a la Cordillera Central y así consolidar su poder. Pero el verdadero crecimiento de las Farc está en el sur y en las selvas del Pacífico. La razón fundamental es la consolidación del negocio de la coca y la minería ilegal en esas regiones. La extracción de esa riqueza ilegal va de la mano de nuevas alianzas de las Farc con bandas criminales, algo que se venía venir. Lo que sin duda representa una gran amenaza para el Estado. Es como si el sueño de Pablo Escobar de tener una gran organización mafiosa con ejército armado se convirtiera en realidad.
Por eso hay que replantear esa exitosa política de objetivos de alto valor. Y priorizar nuevos blancos como Joaquín Gómez, líder del bloque sur y cabeza de esa nueva estrategia 'narca' que poco a poco se consolida en las Farc. No es un asunto menor lo que hoy sucede dentro de las Farc y requiere de un replanteamiento agresivo por parte de la Fuerza Pública.
Los nuevos ejes de esta estrategia son varios. Una lucha frontal contra la minería ilegal y contra la extorsión. Hoy la extorsión a las empresas mineras, petroleras y de servicios es una fuente de financiación casi tan importante como la coca. Y no es expulsando empresas como se arregla el tema. Es dando seguridad. Los ataques de todo tipo a la industria se han multiplicado y no por casualidad.
Una nueva acción frente a la población indígena. En especial en el Cauca. El reclutamiento de jóvenes por las Farc desmorona la autoridad tradicional y se requiere de nuevas ideas tanto en lo político como en lo de seguridad. La escuela indígena Wayúu en La Guajira puede ser una idea para replicar.
La lucha contrainsurgente pasa fundamentalmente por una estrategia antinarcóticos más agresiva y más orientada al desmoronamiento de estructuras mafiosas. Es urgente todo un nuevo plan de contrainteligencia y una acción de aspersión, erradicación y consolidación de zonas de coca más efectiva que la que hasta ahora tiene el gobierno. Y sin duda cabe la propuesta de Monseñor Julio César Vidal, de Montería, de sometimiento a la justicia de los principales jefes de las bandas criminales.
Ojalá los espejos de una operación en contra de Alfonso Cano no desvíen la atención de los cambios urgentes en materia de seguridad que necesita Colombia y que el gobierno parece no querer darse cuenta. Son muchas las señales del deterioro en seguridad. ¿Hasta cuándo?
@fsantosrcn
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