Ocho y más horas pasamos en el lugar de trabajo. ¿Cómo no sentir este espacio propio? ¿Cómo no darle a este lugar un toque personal?
Son muchas las posibilidades para hacerlo: un reloj fuera de lo común, un portalápices que se destaque, un divertido portacelular, un pisapapel que a la vez sea coleccionable o un tarjetero sobrio que sea la mejor carta de presentación.
La idea es que en el escritorio se tengan un par de accesorios que hablen de la personalidad de quien ocupa y trabaja en este espacio.
Eso sí, tampoco se trata de llenarlo de objetos extravagantes y distractores. No. Se trata de decorar con algunos detalles, sin olvidar que el orden y la organización deben ser los primeros compañeros de labores.
Imprímale su estilo a su puesto de trabajo y siéntase como en casa.
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