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Detroit ¿Por qué no contratan a Navarro Wolff?

09 de diciembre de 2008
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“Ningún dinero mejor empleado que aquel que nos hemos dejado robar, porque nos ha servido para comprar prudencia”.  Arthur Schopenhauer

Al momento de escribir esta columna, la fórmula definitiva entre los principales barones de la industria automovilística de Detroit, el Congreso y la administración Bush, para establecer un salvavidas que evite su aparente bancarrota, estaba todavía en la planta de fabricación, calibrándose los detalles que le den gusto a todas las partes involucradas.

Por lo que se sabe hasta ahora, el rescate gubernamental no se dará sin la designación de una especie de “Zar Automovilístico” con funciones de consejero de viabilidad financiera y fideicomisario que también los obligue a repensar el futuro de la despistada e irresponsable industria automovilística de Detroit que se empecina en seguir haciendo los mismos vehículos devoradores de combustible que tanto aman los estadounidenses, olvidando las enseñanzas de uno de sus patriarcas, Henry Ford, que decía que "Si hubiera preguntado a mis clientes qué necesitaban, hubieran dicho que un caballo mejor" .

Pero si en la selección del “Zar Automovilístico” le van a dar alguna voz a los tres grandes de Detroit, éstos deberían considerar el nombre del actual gobernador de Nariño. ¿Qué mejor candidato para defender los intereses de la industria automovilística, un hombre con una completísima caja de herramientas para lograr lo que quiere? Desde asaltos a sangre y fuego a edificios estatales con magistrados adentro, herramienta que ya dejó de usar, hasta una ridícula huelga de hambre de pocas horas, que más bien pareció la disculpa para hacerse un examen de curva de glicemia y para reaparecer en los medios, tal vez para lanzar su candidatura al 2010, como un oportunista defensor de los irresponsables que por la codicia, casi venden su sangre para llenar la alcancía de algún pícaro pelilargo con rasgos de avivato, que como describió hace décadas el presidente Alberto Lleras Camargo es ese que “ha inventado todo género de trucos para burlarse del Estado, de todas sus reglamentaciones, de sus complejísimos formulismos. Vive por encima de sus propios medios, gracias a que ha descubierto una serie de seudosistemas para lograrlo. Y es un tipo muy especial, alegre, empujador, que dice de tú a todo el mundo, dicharachero y convincente” que “corrompe una sociedad con una rapidez perniciosa, porque nadie cree que esté haciendo gran daño, sino saltándose barreras que todos los demás ciudadanos consideran hostiles a su comodidad y completamente caprichosas”.

Para unos empresarios que no han asumido completamente la responsabilidad de su miopía, y que como dijo el electo presidente Obama “no tienen un modelo de negocio sostenible en este momento”, sería buenísimo contar con la colaboración de un político que parece estar convencido de la utilidad de la reflexión de Schopenhauer, según la cual “muchas veces las cosas no se le dan al que las merece más, sino al que sabe pedirlas con insistencia”, que los haga ver como víctimas y no como culpables de su insensatez, que culpe en gran parte al gobierno de sus errores, como está intentando hacer ver el gobernador de Nariño a los irresponsables patrocinadores de las insostenibles pirámides en su departamento, y que se atreva a proponer que les presten plata, pero perdonándoles la mitad de la deuda. Ni el más sagaz o caradura vicepresidente financiero de las tres grandes sería tan agalludo para solicitar semejante descuento.

No dejo de apreciar el valor del actual gobernador de haber dejado las armas y hacer política desde la legalidad, pero lamento que no haya resultado distinto a los políticos que siempre criticó y esté pareciéndose más a esos senadores bolivarianos de turbante que hacen “política” con el dolor de las víctimas del secuestro, pero terminan alabando a los secuestradores y defendiendo su causa.

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