No se equivocó con sus sueños. Desde su infancia sabía lo que quería y siguiendo los pasos de su padre logró el reconocimiento como Mejor Policía 2009. Hasta el momento, el mayor fruto de sus esfuerzos y que representa uno de sus anhelos hecho realidad.
El mayor Eduardo Esguerra Carrillo, adscrito a la Dirección de Instrucción Criminal de la Policía (Dijín), lleva 20 años, de los 38 que tiene, sirviéndole a la comunidad y luchando contra la criminalidad.
A su padre, Álvaro Esguerra Vélez, quien llegó a ser subdirector de la Dijín, le agradece el ejemplo que le dio como miembro de la Policía, porque fue el motor que lo llevó a ser parte de la misma institución pública. "La lealtad con sus superiores y la honestidad fueron los valores que me motivaron a seguir su camino".
Para el uniformado es de gran admiración que su padre, aún retirado, siga comprometido con la Policía; por eso aún es el referente de todo lo que consigue. "Es mi asesor de cabecera. Tengo la confianza para contarle cosas importantes de mi trabajo y aún sigo siendo muy apegado a él y a mi familia".
Otro hecho que desde niño lo unió a la Policía Nacional es su afición por la equitación, actividad que hoy disfruta sólo cuando ve a sus compañeros del departamento de Carabineros dominando las monturas. Cuando estaba sobre un animal, fue campeón nacional en 1985 y 1986 y participó en torneos internacionales.
Se graduó de un colegio de jesuitas, por lo que tenía cupo asegurado para entrar a la Universidad Javeriana a estudiar arquitectura. Confiesa que la insistencia de su padre para que él estudiara esa carrera lo estaba convenciendo, tanto que duró seis meses en el dilema. Finalmente, una corazonada lo hizo decidir y a sus 18 años empezó a hacer parte de la Escuela de Cadetes.
"No ha sido una carrera fácil; he tenido momentos de crisis, pero los he superado y he salido adelante", relata el Mayor Esguerra, al recordar que más de la mitad de su vida la ha pasado en uniforme.
Aunque es reservado y prefiere no hablar de su entorno, sí cuenta que su día a día es "demasiado activo", al punto que tiene muy poco tiempo para dedicarles a sus seres queridos.
Su vida profesional
Es experto en investigaciones de inteligencia, según detalla su hoja de vida, destacando su participación en cursos y capacitaciones alrededor del mundo y en temas tan variados como lucha contra los estupefacientes, interceptaciones o manejo de doble identidad.
Al mirar su hoja de vida, el mayor Esguerra agradece a quienes considera sus profesores: el general Óscar Naranjo, actual director de la Policía Nacional, y el coronel César Augusto Pinzón, comandante de la Policía Metropolitana de Bogotá.
"Ellos son mis maestros en inteligencia, me metieron en el cuento", expresa agradeciendo la confianza que le dieron para desarrollar investigaciones como la de la captadora ilegal DMG, que lo llevó a ser merecedor del reconocimiento del primer lugar entre los policías del país, que le entregó la Fundación Corazón Verde el pasado 23 de octubre.
Su labor consistió en identificar la modalidad que estaba utilizando la captadora DMG para lavar dinero y así desmantelarla.
Cuenta que esa misión no hubiera sido posible sin el trabajo en equipo, la colaboración de sus compañeros y la asesoría del coronel Pinzón, al inicio, y del actual director de la Dijín, general Gilberto Ramírez, con quien concluyó el caso.
Recordado por sus compañeros como hombre de rostro serio y voz enérgica, huellas indudables de su carácter, tampoco duda en expresar el honor que siente por portar el uniforme y ahora por sobresalir entre los 153 mil hombres y mujeres de su institución en el país.
Pese a la sensibilidad de los temas que ha manejado en sus investigaciones, Esguerra reconoce que ha contado con suerte, pues nunca ha sido amenazado. Claro que esa suerte ha tenido la ayuda personal: "se debe a la rectitud con la que trabajo".
El primero de diciembre terminará otro curso, el de ascenso que le permitirá ser teniente coronel. Será el próximo paso que dé para cumplir uno más de sus sueños, que coincide con el de todos los policías: portar los soles de General.
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