Más expectativa que juego, en un clásico antioqueño que no dejó afición aburrida, pero tampoco contenta. El 0-0 dejó conformes a los dueños de los camerinos, y algunos incómodos en las tribunas.
Hernán Darío Gómez y Juan Carlos Osorio pueden darse por satisfechos. Sus equipos fueron aplicados. Mucho, diría quien espera algo más de portero, fantasía e improvisación, esa que genera alegrías y emociones. El empate repartió puntos y tranquilidad, aunque no satisfacción.
La camiseta blanca con la que salieron a la cancha duró lo que demora levantar los brazos y quitársela. En 10 minutos ya había dos amonestados (los dos 10 como paradoja), en un partido que comenzó temerario, pero se aplacó en medio del tedio táctico.
Un remate desde media distancia, con astucia pero sin tino, a los 37 minutos de Germán Cano ejemplificó el primer tiempo: ganas de ir al frente, poco juego para generar peligro. 45 minutos en los que el dibujo táctico le ganó a la filigrana de los futbolistas, y por eso un cero marcado, justo en la cancha, injusto para los de la tribuna.
Para el segundo tiempo, así como un tiro lo definió, un arrancón de Cléider Alzate a los 4 minutos de la reanudación, lo reescribió: velocidad y vértigo, menos temor, y más opciones de gol. Pero ni así vinieron los goles en la noche paisa. Felipe Pardo, John Viáfara, Juan David Valencia y Luis Fernando Mosquera se sumaron con acciones, pero no con festejos. Capítulo aparte para los 9, Juan Pablo Ángel y Cano, que pasaron en gris. Francisco Nájera, defensor verde, resumió el partido para ambos bandos. “Nos vamos satisfechos porque hicimos un buen partido, pero no contentos”.