Desde muy joven el Papa Juan Pablo II quiso escribir sobre el tema de la mujer. Cuenta en el libro Cruzando el umbral de la esperanza que quizás influyó en él el ambiente de la época en que fue educado "que estaba caracterizado por un gran respeto y consideración por la mujer".
Hace 20 años, el 15 de agosto de 1988 publicó así la carta apostólica Mulieris Dignitatem, primer documento que el Magisterio Pontificio dedica enteramente a este tema. El Papa vio la necesidad de volver a las raíces antropológicas presentes en las Sagradas Escrituras que hablaran de una recta dimensión de la mujer.
Pasajes en los que aparece Jesús con las mujeres: la viuda pobre, la hemorroisa, la samaritana, la mujer adúltera, las mujeres que van a buscarlo al sepulcro cuando ha resucitado. Y todos estos tienen un común denominador, son "El reflejo del designio eterno de Dios que, al crear a cada una de ellas, la elige y la ama en Cristo", quien se fue en contra de todos los paradigmas culturales que marginaban tanto la mujer. Habla de María, a quien Dios escogió portadora de la reconciliación, cuyo "hágase" fue decisivo para la Nueva Alianza, en el que muestra que "En Él (el Señor Jesús) la contraposición recíproca entre el hombre y la mujer -como herencia del pecado original- está esencialmente superada".
El Pontífice aprovechó para agradecer el aporte a la historia de la mujer, muchas veces silencioso pero decisivo: la madre que se convierte en guía y punto de referencia, la esposa, compañera que alienta, guía y sirve; la hija y hermana que muestra su sensibilidad especial, la mujer trabajadora que es capaz de aportar en el ámbito secular esa unión entre sentimiento y razón tan propia de sí; y por último, la mujer consagrada que sabe encarnar la elección especial que Dios ha hecho para ella. Como "genio femenino" el Pontífice se refería de esa capacidad de donación hacia el otro, una característica ligada a la posibilidad de dar la vida y que va más allá de la maternidad biológica.
Tocó también el tema de la reciprocidad entre el hombre y la mujer y advierte cómo la lucha errada en la que cada quien defiende su propio "yo" egoístamente, hace que se distorsione esta rica diferencia entre ambos sexos.
No obstante, el Papa no se quedó atrás en el tema de las denuncias hechas hacia ciertos paradigmas culturales que atacan la dignidad femenina como el excesivo machismo, la negación del don de la maternidad, la violencia familiar y el abuso sexual.
Son pues muchos los desafíos que se deben enfrentar para esclarecer la visión adecuada de la mujer: un agresivo feminismo que busca de manera contestataria una lucha de poderes. También la ideología de género, que concibe la diferencia de sexos desde el punto de vista solamente cultural y no biológico, cuando se tendrían que considerar ambos aspectos. Esto trae como consecuencias, entre muchas otras, el cambio de género y la difusión de comportamientos contrarios a la vida y la estabilidad familiar.
Son muchos los frutos positivos que ha dado la Mulieris Dignitatem a lo largo de estos 20 años. El reto está en seguir aplicando e interiorizando el mensaje del Santo Padre tan actual en esos tiempos y que hoy, 20 años después, puede ser luz y respuesta a tantos intentos de fragmentación de la visión del ser humano.
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