Sorpresa y vergüenza nos ha causado la actitud de Íngrid Betancourt contra el Estado colombiano.
Sorprendidos porque pensábamos que en esa alma se albergaban sólidos sentimientos de afecto y gratitud por Colombia pero, en fin, "así paga el diablo a quien bien le sirve". La mujer se quitó la máscara y afloró la ambición, qué vergüenza y qué pena sentimos por ella.
Su actitud habla mal de los seres humanos y además de los colombianos que cada vez que tratamos de levantar la cabeza nos la baja un nuevo escándalo. Pero este es más grave que todos, por el golpe bajo que le dio al Ejército colombiano, además del desagradecimiento.
¿Con qué ánimo de ahora en adelante obrará este? ¿Qué querrán ahora pedir los demás secuestrados al gobierno que no tiene la culpa de nada , sino de defender las instituciones, y que ahora la que rescató y defendió le pague así? ¿Era esta mujer metalizada la candidata a la Presidencia?
Su incoherencia es preocupante. Dio gracias al Presidente y al Ejército, visiblemente emocionada, y ahora los quiere "tumbar". El Gobierno le rogó que no fuera al Caguán, que no lo pusiera en problemas, pero salió tercamente por encima de todos, y allí empezó el calvario. Su madre, Yolanda Pulecio, se pegó del ex presidente López y otros abogados a ver de qué argucias se podían pegar: si llamar a este secuestro un crimen de guerra, que si Íngrid podía ser un rehén en vez de un secuestro extorsivo, e insultos a Uribe iban y venían. El pobre marido arrastrando un retrato por toda Colombia y creo que por suelo francés.
Sarkozy nos hizo soltar a Granda y parece que Francia mandó avión privado por esta Juana de Arco que nos resultó chiviada . Mucha retórica, mucho tilín tilín y nada de paletas.
¿Con qué parámetros morales pensaba dirigir a Colombia una mujer que obra así?
Mientras tanto, las demás familias de los secuestrados, como la de Gilberto Echeverri, Guillermo Gaviria y Doris Gil Santamaría callaban prudentemente. Ni siquiera cuando sus familiares fueron brutalmente asesinados por las Farc le lanzaron un reproche al Presidente. A esto, aquí en Antioquia, se le llama "clase".
Al final de este artículo supe que Íngrid se arrepintió, pero ya para qué? Puede que la plata ya no se tenga que pagar, pero el daño moral ya está hecho.
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