La única palabra que pronunció ayer, de manera clara, Jarley Alberto Perea fue "oro, oro". Y no es que se haya convertido en un nuevo rico ni haya encontrado una veta dorada en su natal Chocó. Fue el primer ganador del atletismo de las Olimpiadas Regionales Fides.
¿Cómo se sintió en los 25 metros? se le preguntó cuando lo soltaron las "abrazadoras" (niñas encargadas de recibir con un abrazo a todos los participantes) y lo único que atinó a contestar, de manera emocionada, fue "oro, oro".
No hacía las veces de narrador ni comentarista deportivo, solo que así manifestaba la emoción este joven que tuvo que estirar más el pie en la línea de meta para asegurarse la presea que lo puso a bailar reggaeton y a lanzar besos a los asistentes en las graderías del estadio Alfonso Galvis de la Unidad Deportiva Atanasio Giradot, donde cada prueba se convertía en una escena más de superación.
Otra de ellas la protagonizó Santiago Garabiz, un joven con discapacidad cognitiva que se lució en la pista, donde ayer el saltador Gilmar Mayo se convirtió en un motivador con su presencia.
"Toda la noche estuve con los doctores porque estaba enfermo y vomité mucho, pero les dije que este paseo no me lo perdería. Quería correr y ni me di cuenta que fui el primero, pero mamá me felicitó y con el abrazo que me dieron supe que algo había ganado", relató Santiago, aún agitado por el esfuerzo. Él se convirtió en otro ejemplo de vida en las Olimpiadas en las que nadie la pasa mal, porque lo único válido es disfrutar todo.
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